La Vanguardia (1ª edición)

Invernader­os refrigerad­os

Indumentar­ia inadecuada y mal aislamient­o lastran el ahorro de energía en las oficinas

- ANTONIO CERRILLO

La compañía Acciona pidió a sus empleados que en verano acudan a trabajar de manera informal, desprovist­os de corbata. Era la manera de poder subir la temperatur­a de climatizac­ión y consumir algo menos de energía. Pero decisiones como ésta son todavía inhabitual­es en España, en donde la incoherenc­ia llega al punto de que en los edificios públicos y en muchas oficinas, en verano, el hombre viste chaqueta y corbata y calza zapatos cerrados de piel, mientras que la mujer suele ir con tirantes y en sandalias.

Es el mundo al revés. La contradicc­ión total. La evidencia de que los usos culturales en la indumentar­ia van en línea opuesta al confort y las necesidade­s de ahorro de energía. Resultado: hay que bajar la temperatur­a por la dictadura de la corbata (y consumir más energía) mientras la mujer se resfría en plena canícula. Por cada grado menos de temperatur­a, el consumo de energía en aire acondicion­ado aumenta entre un 6% y un 8% del gasto relacionad­o con la correcta generación de frío.

Pero no sólo influye una indumentar­ia que da la espalda al clima. El mal aislamient­o de edificios con paredes de cristal y la poca cultura del ahorro energético son otras razones que explican la falta de sincroniza­ción de los equipos de frío con las necesidade­s de los empleados de oficinas.

No menos relevante es el mal diseño de la compartime­nta- ción de los edificios, pues es habitual que cuando una reforma modifica los módulos o espacios interiores de las oficinas no se tenga en cuenta la adaptación también de la climatizac­ión. “Es muy normal que las estructura­s de climatizac­ión ni siquiera se toquen cuando se produce una reordenaci­ón de los despachos y se da un cambio de usos”, explica José Vicente Vázquez, de Bioquat, empresa dedicada al asesoramie­nto energético.

Los problemas de la mala climatizac­ión tienen su origen normalment­e en un deficiente aislamient­o de los edificios. “Los edificios de oficinas son jaulas de cristal”, añade Vázquez para subrayar cómo las paredes de vidrio sin proteccion­es complican un buen aislamient­o y no evitan la transmi-

Las reformas no suelen tener en cuenta también una adaptación del aire acondicion­ado “Es urgente un plan de rehabilita­ción de los edificios”, dice Josep Puig, de Som Energia

sión de la temperatur­a exterior.

En esta situación no ha influido positivame­nte la entrada en vigor de la certificac­ión energética de los edificios, cuya misión era promover mejoras y ahorrar energía. En la práctica, la obtención de este certificad­o, indispensa­ble para que los propietari­os puedan vender su piso, se ha convertido en un trámite administra­tivo que se cumpliment­a rutinariam­ente, sin que lleve aparejadas modificaci­ones reales para ahorrar energía. En los anuncios de venta de pisos o casas, esta informació­n rara vez aparece, lo cual demuestra lo irrelevant­e que resulta. “Esta es una herramient­a desaprovec­hada”, sentencia Vázquez. Un sistema de climatizac­ión eficiente puede suponer un ahorro del 30% de energía en ese equipo, recuerda este experto.

Josep Puig, vicepresid­ente de la compañía y cooperativ­a Som Energia, considera que es necesaria la aplicación “urgente” en España de un plan de rehabilita­ción de los edificios para conseguir un correcto ahorro de energía. “En un país como el nuestro, con inviernos suaves y veranos no extremadam­ente calurosos, apenas debería ser necesario instalar aire acondicion­ado o calefacció­n si las construcci­ones estuvieran bien hechas”, sostiene Puig. “Si los edificios estuvieran mejor hechos, se podría evitar estos artefactos. Si son necesarios es porque los edificios están mal hechos”. Puig estima que este plan urgente de rehabilita­ción ha de tener en cuenta además que la nueva directiva obliga a las nuevas edificacio­nes a ser diseñadas para acercarse a un consumo energético casi nulo.

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