La Vanguardia (1ª edición)

Muere asfixiado al intentar entrar en España en una maleta

Un joven marroquí perece en el ferry entre Melilla y Almería tras horas escondido

- ADOLFO S. RUIZ

Un nuevo episodio de intento de entrar en Europa por las maneras más inverosími­les, esta vez con final trágico, se produjo en la noche del domingo en el ferry Sorolla que cubre la línea entre Melilla y Almería, un barco con capacidad para 900 personas y 300 coches. Un inmigrante marroquí de 27 años, N. M., falleció probableme­nte asfixiado en el interior de la maleta camuflada en el portaequip­ajes del vehículo con el que su hermano, A. M., un marroquí de 34 años con nacionalid­ad francesa, volvía a Francia tras haber pasado unos días de vacaciones en su país natal.

El intento desesperad­o de N. M. terminó en tragedia, probableme­nte asfixiado a causa de la falta de aire y las elevadas temperatur­as. El joven marroquí tuvo que permanecer muchas horas en el interior de la maleta, demasiadas para poder sobrevivir. Durante la operación Paso del Estrecho son miles los vehículos que se mueven entre España y Marruecos. Vehículos que deben esperar horas al sol mientras son revisados de arriba a abajo y que, posteriorm­ente, se enfrentan a una travesía de cinco horas y media en la bo- dega del buque, sin ventilació­n y rodeados de toneladas de carga. Las temperatur­as superan todos los límites permisible­s para la vida humana y más un domingo de agosto a las tres de la tarde.

Veinte minutos antes de la llegada al puerto de Almería los propietari­os de los vehículos embarcados en los ferries son autorizado­s a entrar en sus coches para agilizar el desembarco. Fue entonces cuando A. M. comprobó que su hermano no respiraba y dio la voz de alarma. Los servicios médicos del buque intentaron practicar la reanimació­n cardiovasc­ular al jo- ven marroquí, pero sus esfuerzos fueron en vano. Tras lo sucedido A.M. fue detenido, acusado de homicidio imprudente.

El trágico desenlace demuestra que N.M. debió viajar bajo varios kilos de peso de una forma que no pudo ser detectada por las fuerzas de seguridad, que en Melilla vigilan de manera especial la presencia de polizones. En cualquiera de los puertos que enlazan África con Europa (Tánger, Ceuta, Melilla) es frecuente la presencia de jó- venes que merodean por las inmediacio­nes de los barcos, esperando cualquier descuido para esconderse a bordo.

El método de viajar escondido en una maleta no es muy habitual pero tampoco totalmente novedoso. Hace dos años ya fue sorprendid­a una pareja en esta misma ruta cuando trataban de viajar con una niña de trece años oculta en una maleta. El pasado mes de mayo la Guardia Civil detectó en la frontera de Ceuta a Adou Ouattara, de ocho años, al que una joven marroquí pretendía introducir de este modo.

Aquel caso puso de manifiesto la desesperac­ión que rodea en muchas ocasiones la tragedia de la inmigració­n ilegal. Finalmente, tras más de un mes en el que Adou vivió en un centro de acogida de menores de Ceuta, y durante el cual se realizaron numerosas comprobaci­ones sobre la veracidad de lo que declaraban sus progenitor­es, las autoridade­s judiciales decretaron que podía reunirse con su familia.

La policía detiene a su hermano, que le ayudó a entrar en el barco, por homicidio imprudente

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CARLOS BARBA / EFE El ferry en el que falleció el joven marroquí

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