Superados por la temeridad
Pueblos como Sant Pol de Mar piden ayuda ante la avalancha de incivismo de vecinos y visitantes
Sant Pol de Mar es uno de los municipios de la línea R1 de Rodalies que aún mantiene un paso a nivel con barreras en el núcleo urbano. La problemática, como apunta la alcaldesa, Montserrat Garrido, son las actitudes incívicas que ponen en riesgo la seguridad en el ámbito ferroviario, por lo que rei- tera su llamada a la ayuda de las administraciones competentes. En otros puntos del Maresme, como en Calella o Pineda, los pasos a nivel no son tan concurridos, pero también destacan las actitudes temerarias de los que no están dispuestos a esperar el paso de los convoyes.
Personas de todas las edades y condiciones sociales no respetan las señales que prohíben el paso cuando la barrera está bajada. En Sant Pol, la situación se hace más evidente ya que la estación Renfe es una calle más con un paso a nivel divide el núcleo urbano. “Los andenes son una prolongación de las calles” explica Montserrat Garrido, por lo que la solución de blindar el perímetro de la estación para impedir el paso de peatones “aquí no es viable”. De ahí que un gran número de viandantes –“cada vez menos”, apunta–, haga caso omiso de las señales acústicas y luminosas y crucen las vías pese a la prohibición.
La solución que desde el Ayuntamiento proponen a la Agència Catalana de l’Aigua y a Adif es incrementar el número de accesos subterráneos “habilitando los cinco pasos” que únicamente funcionan como desguaces de riadas para evitar que los peatones crucen sobre las vías. En la actualidad, acceder a las playas de Sant Pol por los lugares indicados sólo es posible en la zona de la riera por el subterráneo del puente de madera, junto al concurrido parque del Litoral o en el otro extremo de la población, a unos doscientos metros, por el paso a nivel de la estación junto al túnel.
Sant Pol de Mar es un caso paradigmático donde el incivismo se impone a la seguridad. Las vallas que Adif coloca para impedir que los transeúntes crucen sobre las vías “son destrozadas al cabo de media hora de ser reparadas” como sucede en otros municipios como Montgat o Arenys, poblaciones donde los titulares ya se han hecho eco de graves atrope-
ANTIGUAS TRADICIONES
Para algunos usuarios los avisos del tren al llegar son suficientes para evitar siniestros
BÚSQUEDA DE SOLUCIONES
La alcaldesa Montserrat Garrido pide que haya más pasos subterráneos
llos mortales. En Sant Pol, incluso se da el caso de vecinos de edad avanzada que han sido sorprendidos cortando las bridas que sujetan las vallas para cruzar acarreando grandes barcas hinchables y sombrillas. Es tal su grado de desfachatez que al ser sorprendidos se encaran con los responsables de Adif: “No tengo porqué andar tanto para cruzar hasta la playa”. Así espetó un anciano al empleado que le llamaba aquel día la atención.
El problema, para la alcaldesa, es la falta de civismo. Por ello hace una apuesta por las campañas de sensibilización, ya que incrementar la vigilancia es inviable: “No disponemos de tanta policía como para poner un agente cada cincuenta metros”.
“No puedo esperar cinco minutos bajo esta solana a que se le- vante la barrera”, justifica una anciana mientras cruza por el paso a nivel en el momento en que la campana advierte sobre la inminente llegada de un tren a la estación de Sant Pol. “Si no quieren imprudencias, que nos faciliten accesos subterráneos”, comenta un grupo de jóvenes.
Precisamente, esa idea esgrimida por esos chicos hace años que ha sido descartada por el consistorio, puesto que “bajo el paso a nivel hay una riera, por lo que sería imposible realizar una obra hidráulica” incide la alcaldesa de la localidad. “Desde siempre hemos convivido con el paso a nivel y no hay más accidentes que en otros sitios”, grita un vecino desde su balcón al paso de los temerarios. “Los trenes se ven venir y además hacen sonar sus bocinas”, sentencia.