Un Verdi de nivel
En Munich el National Theater, principal teatro de ópera de la ciudad, tiene por costumbre hacer un festival que dura todo el mes de julio y que se añade a la extensa temporada de ópera de la casa, con una docena de óperas o más. Este año la perla del festival ha sido una versión imponente de la ópera Don Carlo, de Verdi, en la versión completa, en cinco actos, que preparó en italiano con traducción y adaptación de Antonio Ghislanzoni.
En una producción ya vista de Jürgen Rose, que excepto barrer el escenario lo hacía todo (luces, escenografía, vestuario, dirección escénica...), las funciones de Munich han sido impresionantes por la calidad vocal de los principales intérpretes, encabezados por el tenor coreano Alfred Kim, que ha cantado su papel con una voz de gran perfección vocal, timbre exquisito e interpretación emotiva que le han valido importantes aplausos. Al lado del tenor no ha estado menor la impresión que ha causado la Elisabetta de Anja Harteros, especialmente intensa y creíble. Espléndido René Pape en el papel de Felipe II, que cautivó a los espectadores con el aria Ella giammai m’amò. También se distinguió brillantemente el bajo Siwek en el papel del Gran Inquisidor, con graves de una gran consistencia. Y no olvidamos la calidad de la mezzo Anna Smirnova que cantó una Eboli con un timbre terso y poderoso y fue también muy aplaudida. El coro (reforzado con “el Extra-chor” del teatro) tuvo buena presencia. El director Fisher reforzó en exceso las intervenciones del metal (escena del auto-da-fé) y fue el único un poco protestado por el público.