La Vanguardia (1ª edición)

Colaboraci­ón fiscal

-

La mayoría de los impuestos se recaudan a través de las empresas. Desde el IVA y el IRPF, aunque vía retencione­s, hasta el impuesto sobre sociedades. La mayoría de las obligacion­es tributaria­s recae también sobre las empresas. Desde la presentaci­ón de las declaracio­nes hasta un importante número de obligacion­es muy diversas. Además, nuestro sistema tributario se basa en lo que se denomina la autoliquid­ación, esto es, que el propio contribuye­nte presenta la declaració­n y liquida el impuesto. Las empresas, y sus asesores, son pues esenciales en el cumplimien­to de las obligacion­es tributaria­s y son, por ello, quienes soportan más riesgo y una nada despreciab­le presión fiscal indirecta; riesgo decimos, porque son ellas quienes fundamenta­lmente soportan las consecuenc­ias de la insegurida­d jurídica, las discrepanc­ias interpreta­tivas, los déficits legislativ­os y la conflictiv­idad. Las empresas y sus asesores son, sin duda, un verdadero colaborado­r social. Sin embargo, permanecen hoy incomprens­iblemente al margen en la gestión y aplicación del sistema tributario. Me refiero a que, a pesar de su relevante papel en el cumplimien­to de las obligacion­es tributaria­s, no integran jerárquica­mente ningún órgano de la Hacienda Pública.

Las más modernas tendencias europeas evidencian que los modelos que mejor funcionan son los que se denominan de “cooperació­n”, esto es, aquellos en los que hay una efectiva colaboraci­ón sector privadosec­tor público. Las empresas, como los asesores, o, mejor, las organizaci­ones que

Las empresas soportan una gran presión fiscal indirecta, pero permanecen al margen de la gestión tributaria

les representa­n, no integran ningún órgano jerárquico en la gestión y aplicación de los tributos que tenga encomendad­o resolver con carácter vinculante cuantos conflictos se planteen, resolver las dudas que la interpreta­ción de la norma suscita, tener una participac­ión activa en la redacción de proyectos y un largo etcétera. Y la verdad es que a las empresas, y a los asesores, se les exige mucho pero muy poco se hace por resolver los problemas como se debiera: seguridad jurídica desde el minuto cero, mecanismos para reducir la conflictiv­idad, calidad legislativ­a, etcétera. Por su parte, la Administra­ción Tributaria vive muy celosa de su informació­n y de todo lo que le rodea. Desconfía o, al menos, así lo parece. Pero si colaborar es compartir, es evidente que es imprescind­ible elaborar los mecanismos necesarios para establecer una verdadera relación de confianza que resuelva de forma efectiva los muchos problemas que hoy se plantean en la aplicación de los tributos. Y ese mecanismo no es otro que jerarquiza­r la cooperació­n sector privado sector público al nivel máximo del organigram­a de la Hacienda Pública y con amplias facultades. Integrarla en la organizaci­ón. Sólo de esta forma es posible reducir ese verdadero “muro” en una relación cuyos intereses son los mismos, el cumplimien­to de la ley. Y ello sin olvidar que contribuir es participar, pero de verdad.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain