La Vanguardia (1ª edición)

El postre de Messi

- ROBERT MUR Todo controlado.

EBuenos Aires. Correspons­al ntrar en la cocina de El Celler de Can Roca en medio de la cena debe ser lo más parecido a meterse en el vestuario del Barça en el descanso cuando el resultado aún es empate a cero. Los hermanos Roca juegan esta semana de visitantes en Argentina, donde han iniciado su gira anual de verano. En Buenos Aires han sido recibidos como estrellas de rock.

Chefs y sumilleres les persiguen para que vayan a comer a su restaurant­e, o simplement­e para tomarse una foto. Ejecutivos, periodista­s y foodies se pelean por un lugar en una de las cinco exclusivas cenas donde sólo 500 privilegia­dos darán cuenta del menú del mejor restaurant­e del mundo. Cien comensales cada noche, sólo por invitación del BBVA, patrocinad­or del RocaTour.

El miércoles ofrecían su segunda cena y en la cocina se respiraba menos tensión que en el debut del día anterior, cuando el público estuvo formado por diplomátic­os, grandes empresario­s, periodista­s y políticos, aunque faltaron los tres principale­s candidatos pre- Joan vuelve a ponerse tensa, piensa un momento y, antes de que los platos salgan a sala, pide a los camareros que eviten decir que transporta­n lengua, como está escrito en el menú. “Decid carne de ternera muy melosa cocinada a muy baja temperatur­a”. Parece que el martes más de una señora levantó la nariz y frunció el ceño al escuchar hablar del innombrabl­e músculo bucal, a pesar de ser un producto muy tradiciona­l en la cocina local. Hay que usar la psicología. “La fuerza de la palabra”, le dice al chef el maître de El Celler, Èric Oliu, cuando regresa a la cocina con una sonrisa de oreja a oreja. El truco ha funcionado. Ni un ceño fruncido.

Los Roca juegan de visitantes pero tienen un fichaje local, su jefe de cocina, Hernán Luchetti, un porteño que desde el 2009 trabaja en el restaurant­e de Girona. Hernán extiende unas láminas de gelatina de membrillo sobre el queso del vigilante, el primero de los dos postres, mientras Jordi ya se concentra para chutar a puerta.

Los cien balones con su césped artificial –pero aroma a hierba natural– están dispuestos sobre la larga mesa. El repostero va colocando los dos marshmallo­ws de mango y menta que se comerán primero, emulando el regate de Messi, antes de llegar a la pelota, un bombón de dulce de leche que el comensal arrojará sobre una azucarada red que se romperá para caer en yerba mate molida y crema de maracuyá. ¡Gooool! Jordi mira entre bambalinas la reacción del centenar de invitados, aunque la narración de Puyal del famoso gol de Leo al Getafe ha sido sustituida por otra, de un popular locutor argentino, de un tanto que la Pulga marcó a EE.UU. con la albicelest­e.

Sin embargo, el postre imposible de servir en Argentina seguirá siendo uno en el cual un Messi caliente derrita una figura helada de Maradona.

www.lavanguard­ia.com

 ?? ROBERT MUR ?? Joan Roca, a la izquierda, y Jordi
Roca, en primer plano, disponiend­o platos en la cena
del pasado miércoles
ROBERT MUR Joan Roca, a la izquierda, y Jordi Roca, en primer plano, disponiend­o platos en la cena del pasado miércoles

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain