La forja de Aznar
Aunque Rajoy no necesita ayudas para relajarse, la encuesta del CIS le ha regalado una hamaca para el verano. Los dos partidos de siempre recuperan el ritmo; y los partidos nuevos, después de haber animado el cotarro, regresan al papel secundario. Los votantes de derecha querían castigar un poco al PP, pero no dar alas a Podemos; y los votantes moderados del PSOE tampoco. Resultado: quizás ha sido un espejismo el giro anti-PP que las municipales han suscitado. El PP vuelve. Vuelve a pesar de las nuevas revelaciones del caso Púnica. A pesar de la corrupción, vuelve el PP. Recupera la hegemonía forjada por Aznar.
Aznar roturó los bosques de la política española con energía formidable y creó una enorme finca política con los valores del liberalismo anglosajón confundidos con los de la derecha tradicional (que asume tranquilamente el legado franquista). Copiado el capitalismo popular de Thatcher, las clases medias y populares accedían a la inversión bursátil y a la especulación inmobiliaria. Aznar conseguía de este modo derrotar ideológicamente al so-
Rajoy no necesita ayudas para relajarse, pero la encuesta del CIS le ha regalado una hamaca
cialismo (que se encastilló en Andalucía, del que nadie lo apartará: votante protegido, votante cautivo). Desde Aznar, las clases medias lo que quieren es ganar dinero y prosperar individualmente, no colectivamente. Los valores sociales perdieron encanto hace años: las protecciones básicas ya están cubiertas (y los recortes afectan a los de abajo). Si los valores de la izquierda más purista han vuelto en estos años de crisis es debido a la irritación de los jóvenes de clase media (aunque es un hecho que sus padres contribuyeron con entusiasmo a hinchar la burbuja y la deuda consiguiente). Ahora bien, cuando estas clases medias ven salir un buen sol de verano, lo que quieren es jugar de nuevo con las acciones y revalorizar las propiedades. Rajoy conoce bien a estas clases medias. Forma parte de ellas. También Aznar, pero su psicología reclamaba un papel en la historia. Rajoy sólo quiere ganar elecciones (como quien gana oposiciones). Sus sociólogos repetían: con la recuperación volverán a votarnos. Y ello se ha dedicado cual cuidador de bonsáis. Rajoy no tiene un proyecto para España ni lo necesita. Esto irrita a todos los moralistas de derecha e izquierda, pero él no piensa en los moralistas, piensa en su electorado, que está recuperando la alegría gracias a sus astutas medidas (funcionariado consolado, rebaja del IRPF, consumo favorecido). De esta alegría hablan las encuestas.
¿Y el caso catalán? También ayuda. ¡Y más que lo hará! Esto también lo fraguó Aznar: una identidad española sin manías. Aprovechando la violencia etarra, la España de Franco y la de Azaña se fusionaban gracias al rechazo de Aznar al vasquismo y al catalanismo, disidentes sin consuelo posible. Mas y compañía serán los grandes animadores de la campaña de Rajoy. Vuelve el PP. ¡Y puede hacerlo con mayoría absoluta!