De Salzburgo aTorroella
La soprano Anna Prohaska encandila al público en su debut en España
Marta Porter Torroella de Montgrí Enfundada en un elegante y ajustado vestido negro, cual sirena surgida de las entrañas de esa estética gótica que tanto le gusta, salió al escenario Anna Prohaska. Acompañada por el ensemble Arcangelo dirigido por el británico Jonathan Cohen –la misma formación con la que actuó en Salzburgo hace tan solo tres días–, la soprano austroalemana debutó anoche en España gracias al acierto de la invitación del Festival de Torroella de Montgrí.
Pero el auditorio del Espai Ter se quedó grande ante la presentación de una de las cantantes de ópera más versátiles de los últimos tiempos. Esta mujer que se pasea con la misma templanza por la música barroca que por la contemporánea y que en poco más de un lustro ha conseguido enamorar a directores tan dispares como Daniel Barenboim, Nikolaus Harnoncourt o Pierre Boulez, captó poco más de media entrada –quizás por aquello de que, en cultura, en España, siempre llegamos tarde–.
Sin embargo, los que estuvimos allí, disfrutamos de lo lindo. No era un concierto de arias famosas que llenan escenarios en verano, ni tampoco de esa música barroca que te hace llevar el ritmo con los pies. Se trató de una noche íntima, llena de sutiles elegancias con un repertorio de canción inglesa del siglo XVII salpimentado con perlas del primer barroco italiano.
Durante más de hora y media desfilaron canciones no muy conocidas de John Dowland, un intenso Tell me, some pitying angel de Henry Purcell, piezas de Tarquinio Merula, de la compositora Barbara Strozzi, de Giovanni Felice Sances, coloraturas de Francesco Cavalli y otras piezas de Salomone Rossi y Domenico Scarlatti, con un desorden monumental respecto al programa de mano que desconcertó al público.
Prohaska, como Julieta, se deslizó por las aristas del amor. Su voz bella, clara y transparente, una buena técnica y un innegable poder de comunicación, así como el acierto estilístico del ensemble Arcangelo nos transportaron por una noche a un mundo irreal de extraordinaria belleza musical.