La Vanguardia (1ª edición)

La canción de Roldán

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Dragó ha escrito un novelón sobre Luis Roldán, al que dedica una frase del conde de Montecrist­o al final del libro: “Todo mal tiene dos remedios, el tiempo y el silencio”. Dragó le tiende a Roldán “mi mano y mi piedad”, pero un libro no es precisamen­te silencio: con La canción de Roldán (Planeta) Dragó convierte en literatura una España, la corrupta, que sigue muy viva y presente, a través del caso de Luis Roldán. Dragó ya literaturi­zó la España mágica ( Gárgoris y Habidis), la España trágica ( Muertes paralelas) y la España ramplona ( Y si habla mal de España...), y con esta novela de no ficción completa ahora esta particular y voluminosa tetralogía ibérica. Misterio, y ya ves que a nadie en España le interesa perseguirl­e y aclararlo.

¿Cómo vive hoy Roldán?

Modestamen­te, en Zaragoza, con su mínima pensión. Casado con una dama rusa, pasan parte del año en Moscú. El pobre padece secuelas físicas y psíquicas de su prisión...

¿El pobre? ¿Se ha hecho su amigo?

“No puedes escribir sin piedad”, dice Dostoyevsk­i. Y sí, hemos hablado mucho, ha nacido una amistad... Y sé que está arrepentid­o.

¿Le cree?

He leído las miles de páginas del dietario escrito en sus diez penosos años de cárcel: un día tomó conciencia de lo que hizo, se vino abajo y se arrepintió.

¿De haber robado o de haberse dejado pillar?

De haberse apropiado indebidame­nte de dinero público. ¿Qué hubieses hecho tú?

No sé. ¿Y usted?

Yo no aceptaría un cargo de poder. ¡Aceptarlo es ya prestarse a corrompers­e!

El Roldán de hoy, en el mismo cargo, ¿sería honrado?

Este Roldán ya no aceptaría tal cargo.

¿Qué vez ha estado más cerca usted de corrompers­e?

Me daban dinero por hablar de un libro en un programa. No acepté: yo lo hago gratis si me gusta por algo.

Alguna vez sí se habrá corrompido...

En la cárcel, en 1958. Yo era del PCE y conspirába­mos en una celda. Venía un preso joven y escuchaba. Era homosexual. Los jefes nos ordenaron que lo echásemos “por maricón”. Y lo hicimos, con estas palabras. ¡Me avergüenzo!

¿Qué rasgo destaca de la personalid­ad de Roldán?

La vanidad. Por eso se hundió tras caer en el descrédito. Ese descrédito llevó a su exmujer a quitar el apellido Roldán a sus hijos.

¿Qué ha descubiert­o al escribir sobre Roldán?

Que todos somos Roldán. ¡Hay que estar muy, muy atento para evitar ser ladrón!

Si adoptásemo­s la cultura calvinista...

Ya lo intentó el erasmismo en el siglo de oro, ¡y fracasó! Todo intento de regeneraci­ón en España fracasa. Los españoles siguen votando a corruptos...

¿Cómo se explica?

Gusta el bribón, ser bribón está bien visto, equivale a ser listo. No hay nada que hacer.

Y los bribones son literarios, ¿verdad?

Sí, aunque ha sido un reto culminar este libro. He estado a punto de suicidarme, también, porque no me salía... O sea, que yo hubiese dejado de ser escritor, cuando yo sólo tengo una sola identidad: escritor.

Pero al final le ha salido el libro.

¡He vencido, sí! Y por eso he rejuveneci­do. He parido este libro y he tenido un hijo: ¡qué chute de vida!

VÍCTORM. AMELA

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