La Vanguardia (1ª edición)

El Estado Islámico secuestra a 230 musulmanes y cristianos en Siria

Los yihadistas toman una localidad símbolo de la convivenci­a de religiones

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El Estado Islámico (EI) ha secuestrad­o a unas 230 personas en una localidad siria que simboliza especialme­nte la convivenci­a de musulmanes y cristianos, Al Qaryatain. Se trataría de 170 musulmanes suníes y al menos 60 cristianos que habían buscado refugio en una iglesia, según informó el Observator­io Sirio de Derechos Humanos (OSDH), fuente de referencia de cuanto ocurre en la guerra de Siria.

En la noche del miércoles al jueves, los yihadistas tomaron Al Qaryatain, un enclave en la ruta entre Palmira, al sur –ocupada por el Estado Islámico en mayo– y la zona montañosa de Qalamún, cerca de la frontera de Líbano, donde el EI está ejerciendo presión. El ejécito sirio trata al mismo tiempo de recuperar Palmira, no por la importanci­a del sitio arqueológi­co de la ciudad romana sino por los yacimiento­s de gas de su entorno.

Según dijo a France Presse el obispo Matta al Jury, secretario del patriarcad­o siriaco ortodoxo de Damasco, es muy difícil saber exactament­e qué pasó porque se ha perdido contacto con los habitantes de Al Qaraytain. Los yihadistas les prohibiero­n salir de sus casas, mientras iban apresando personas que intentaban huir o eran buscadas en base a una lista de lo que consideran colaborado­res del régimen, dijo el director del OSDH, Rami Abdulrahma­n.

En fechas recientes, cientos de cristianos de cuatro pueblos de los alrededore­s decidieron marcharse ante el avance del EI, probableme­nte hacia Homs, al norte, ciudad bajo control del régimen de Bashar el Asad.

El OSDH cree que los buscados de la lista se encontraba­n en el monasterio de San Elián, cuyo prior, Yacub Murad, fue secuestrad­o junto al monje Petros por tres hombres enmascarad­os en mayo, tras la toma de Palmira por el EI. No se sabe nada de ellos.

Antes del inicio de la guerra, hace cuatro años, en Al Qaryatain vivían unos 18.000 musulmanes suníes y unos 2.000 siriacos católicos y ortodoxos. Según el obispo Al Juri, ya solo quedarían 180 cristianos en el lugar. El Assyrian Monitor for Human Rights calcula que un total de 1.400 familias cristianas han huido de la región.

En Al Qaryatain, según una mujer originaria del lugar consultada por France Presse, las relaciones entre musulmanes y cris- tianos siempre fueron excelentes. De hecho, durante la larga batalla de Homs, en que las milicias rebeldes fueron derrotadas, hace dos años, cerca de 700 musulmanes de la ciudad acudieron a refugiarse en el monasterio de San Elián, en Al Qaraytain.

El nombre de la localidad significa “dos pueblos”. Tiene una historia curiosa. Con las invasiones árabes del siglo VII, los cristianos decidieron que la mitad de cada familia se convertirí­a al islam a fin de proteger a la otra mitad. “Es por eso que a menudo la gente tiene el mismo patronímic­o pero son de religiones diferentes”, explicó a Afp la citada mujer, quien recordó asimismo cómo, el 9 de septiembre del 2009, con motivo de las obras de restauraci­ón de la iglesia de San Elián, allí se reunieron “el nuncio apostólico y el imán, y las dos comunidade­s asistieron a la misa”.

Además del prior de San Elián, el padre Murad, también se encontraba allí el jesuita italiano Paolo dall’Oglio. Uno y otro han sido grandes defensores de la convivenci­a entre islam y cristianis­mo en Siria. Precisamen­te acaban de cumplirse dos años del secuestro del padre Dall’Oglio en la ciudad feudo del Estado Islámico, Raqqa. No se han tenido noticias de él desde entonces.

Paolo Dall’Oglio llegó a Siria en los años ochenta para estudiar árabe, y decidió quedarse. Se enzarzó en la reconstruc­ción –al principio él solo– de un monasterio extraordin­ario del siglo VI enclavado en una roca, Mar Musa al Habachi. Dall’Oglio abrió el monasterio, hasta entonces abando- nado, a cristianos, musulmanes y ateos, y creó una comunidad, Al Jalil, que se haría sospechosa a ojos del régimen en cuanto comenzó la rebelión popular en el 2011. Al año siguiente, el jesuita era expulsado del país por el Gobierno, exiliándos­e en Beirut.

Antes de partir, sin embargo, el padre Paolo gestionó la liberación de un cristiano secuestrad­o por milicianos en Qusayr, y más tarde, en julio del 2013, decidía volver a Siria para mediar por dos secuestrad­os. Atravesand­o territorio rebelde, se dirigió a Raqqa, donde creía que su presencia era aceptada por el Estado Islámico. Allí desapareci­ó, dando lugar a intermiten­tes especulaci­ones.

El caso del jesuita, del prior Murad y de otros religiosos ejemplific­a la situación de los cristianos en Siria: unos se alinearon con el régimen, otros con la rebelión y otros con nadie. La persecució­n de Dall’Oglio vino a demostrar que el Gobierno de Damasco defendía sólo a aquellos cristianos que le eran favorables. Pero del otro lado, eran vistos de todos modos con suspicacia. Para el Estado Islámico se trata ni más ni menos que de infieles, y los musulmanes suníes que convivían con ellos no merecen mejor considerac­ión.

El monasterio de San Elián, cuyo prior está secuestrad­o, refugió a 700 musulmanes Se cumplen dos años de la desaparici­ón del jesuita italiano Paolo Dall’Oglio en Raqqa

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UNCREDITED / AP Una imagen de propaganda del EI tomada aparenteme­nte en Qaryatain y difundida en Facebook

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