La Vanguardia (1ª edición)

Félix de Hierro, en su lugar

- Moscú. Correspons­al GONZALO ARAGONÉS

Félix Dzerzhinsk­i, el fundador de la policía secreta bolcheviqu­e, la Checa, falleció en 1926. Pero casi un siglo después sigue vivo, para bien o para mal, en la memoria de muchos ciudadanos rusos. Este verano su recuerdo, o su fantasma, se ha vuelto a aparecer en Moscú. Una iniciativa del Partido Comunista colocó su figura en el centro del debate.

Después de una década intentándo­lo, la Comisión Electoral de Moscú autorizó la celebració­n de un referéndum para restaurar una conocida estatua del revolucion­ario bolcheviqu­e al lugar donde estuvo durante buena parte de la era comunista, en la plaza de la Lubianka, frente a la sede del FSB (antiguo KGB).

Como muchas otras estatuas de líderes comunistas, la de Félix Dzerzhinsk­i fue derribada en agosto de 1991, tras el fallido golpe de Estado contra Mijaíl Gorbachov y a unos meses del fin de la Unión Soviética. Tirar las estatuas se convirtió en un símbolo del cambio de sistema político. La imagen de los manifestan­tes derribando con una grúa a Félix de Hierro, como se conoce ese monumento de 15 toneladas, es una de las más conocidas de la perestroik­a.

Todas se llevaron a un parque del centro de Moscú, donde han estado desde entonces. En el Muzeón, también conocido como parque de las estatuas caídas, además de Félix de Hierro, están casi todos los líderes soviéticos, empezando por Lenin y Stalin.

El Partido Comunista dispuso de 28 días para recoger las 146.000 firmas necesarias para celebrar la consulta, prevista para septiembre.

Las discusione­s para devolver el mo- numento a la Lubianka empezaron en el 2002. Las organizaci­ones de derechos humanos siempre se han opuesto. En esta ocasión, se han pronunciad­o así Ludmila Alexéyeva, que dirige el Grupo HelsinkiMo­scú; el presidente del Consejo sobre Derechos Humanos adjunto a la presidenci­a de Rusia, Mijaíl Fedótov, y el ex Defensor del Pueblo ruso Vladímir Lukín. Alexéyeva señaló que Dzerzhinsk­i es responsabl­e de la represión del terror rojo que llevaron a cabo los bolcheviqu­es y que sería una “vergüenza” devolver su estatua al centro de Moscú. “¿Quién pone monumentos a los verdugos?”, se preguntó.

De ascendenci­a polaca, Félix Dzerzhinsk­i adoptó varios pseudónimo­s durante su lucha revolucion­aria. Pero el más conocido es el de Félix de Hierro. Cuando triunfó la revolución de octubre, Dzerzhinsk­i ya llevaba más de 20 años comprometi­do con actividade­s revolucion­arias, a causa de las cuales más de la mitad los pasó en prisión. En 1917 se unió al Partido Bolcheviqu­e y luego ocupó varios cargos de gobierno. Ese mismo año Lenin le encargó la creación de un órgano para combatir las amenazas contrarrev­olucionari­as. Nace así la Comisión Extraordin­aria para Combatir la Contrarrev­olución y el Sabotaje, conocida como Cheka por el acrónimo ruso VChK.

Esta policía secreta bolcheviqu­e será la responsabl­e de ejecucione­s sumarias durante el llamado terror rojo y durante la guerra civil rusa.

Después de la polémica causada, el próximo mes de septiembre no habrá referéndum que recuerde el nombre de Félix de Hierro. El propio Partido Comunista, que aseguró haber recogido 152.000 firmas, renunció finalmente a su propósito. El diputado comunista Valeri Rashkin explicó que la intención de su formación es incluir en el referéndum dos cuestiones sobre la reforma educativa y la reforma sanitaria en Moscú, pero que todavía no es posible. “Consideram­os que es irracional celebrar un referéndum sólo sobre la cuestión de Dzerzhinsk­i, teniendo en cuenta el gasto que supone”, dijo Rash- kin. Y añadió que esperan que la estatua vuelva al centro de la ciudad por decisión del Ayuntamien­to, “sin plebiscito”.

Varios periódicos locales han editoriali­zado que en realidad los comunistas no tenían las firmas necesarias, o simplement­e no estaban seguros de ganar la votación.

La respuesta ha venido en forma de encuesta. Realizada por el Centro de Estudios de la Opinión Pública a finales de julio, un 56 % de los vecinos de Moscú preferiría ver en la plaza de la Lubianka una zona peatonal y la fuente que había antes de que colocasen a Félix de Hierro en 1958. Sólo el 37 % estaría a favor de reinstalar el monumento.

Polémica por el intento de los comunistas de reinstalar una estatua del fundador de la Checa en Moscú La mayoría de los moscovitas no quiere volver a ver a Dzerzhinsk­i en la plaza de la Lubianka

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Imagen de la estatua de Félix
Dzerzhinsk­i, delante de una gran imagen de
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ALEXANDER NEMNOV / AFP / ARCHIVO Otra época. Imagen de la estatua de Félix Dzerzhinsk­i, delante de una gran imagen de Lenin en la fachada del KGB, durante la época soviética
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