Trump irrumpe en las primarias
EL empresario y estrella mediática Donald Trump, precandidato republicano a las elecciones presidenciales de noviembre del 2016, ha sacudido las expectativas del partido tras el debate a diez celebrado anteayer por la cadena Fox. El multimillonario marcó el tono del debate, se impuso a todos sus rivales, incluido el preferido por el establishment, Jeb Bush, con su tono directo y desinhibido y sus propuestas radicales en torno a la inmigración mexicana y las medidas de seguridad.
Trump no es un novato ya que desde hace años ha especulado con la posibilidad de promover su candidatura para gobernador de Nueva York o incluso a la presidencia, como ocurrió en el 2012. Pero hasta ahora no ha llevado a cabo su pretensión y lo ha hecho irrumpiendo en el escenario, como acostumbra a hacerlo en su show televisivo The apprentice. Esta vez va tan en serio que , cuando el presentador del debate preguntó a los precandidatos si estarían dispuestos a presentarse incluso como independientes, sólo Trump levantó la mano. Una corriente eléctrica recorrió el espinazo del partido republicano. Nada sería peor para las expectativas electorales del partido del elefante que tener que enfrentarse a dos candidatos del nivel político de Hillary Clinton o del popular Trump.
Este empresario nacido en Nueva York, que rige un imperio inmobiliario y hostelero, es un hombre admirado en Estados Unidos por su capacidad en los negocios, pero también por sus modos directos y populistas, que le han convertido en un líder del sector antiestatalista de las clases medias y rurales, contrario a las políticas de Obama en sanidad, en inmigración –en el debate volvió a tratar a los espaldas mojadas de delincuentes y violadores– y al pacto nuclear con Irán. Fue él quien encabezó la campaña del 2011 que ponía en duda la nacionalidad de Obama, hasta que el presidente se vio obligado a publicar su partida de nacimiento, lo que hizo que Trump ganara en popularidad.
Valiéndose de su crédito empresarial y, sobre todo, de su desapego político, no será extraño verle escalar en las encuestas para hacerse con la nominación en las primarias. Pero el partido republicano no es sólo el Tea Party o un grupo de washingtonianos pegados a sus sillones. Trump deberá ganarse la confianza del núcleo del partido si quiere tener opciones de medirse a la más que probable candidata demócrata, Hillary Clinton, en las presidenciales. Y esperar que no le surjan cadáveres por el camino. La política es siempre un riesgo personal, pero, sobre todo, es una cosa muy seria. Y eso lo saben de sobra los estadounidenses.