Besos sociales
En mi infancia, los besos sociales sólo se daban a los niños; y sólo las mujeres los daban. No había cosa más pegajosa que el besuqueo a que se veía sometido un niño cuando los padres coincidían con amigos o conocidos. Las mujeres te besaban con ruidosa efusividad, acompañada de exclamaciones y comentarios sobre los detalles más evidentes de tu físico: si habías crecido, si eras gordito (yo lo estaba) o si tenías dientes de conejo (yo los tenía). Los hombres no te besaban, pero te pellizcaban o te daban cariñosos cachetes. Los hombres se daban la mano para saludarse. Algunas mujeres, no todas, se besaban en señal de afecto.
En casa éramos besucones: madre y abuela nos comían a besos a todas horas (y este ser comido se convirtió en mi idea de felicidad). Franqueada la puerta familiar, no besabas a nadie. Al llegar la adolescencia ardía en deseo de dar besos. A las chicas, por supuesto. No era una empresa fácil. Se necesitaban arduas y pacientes estrategias para robar un beso. Todavía recuerdo el rondo que organizamos los petimetres de 5.º de bachillerato en la plaza Nova de Palafrugell. Mientras sonaba
Abundan los besos de saludo masculinos y el beso de amistad femenina en la boca
la canción más hortera de los Beatles, “Ob-La-Di-Ob-La-Da”, un chico se colocaba en el centro de un círculo y daba un beso a la chica que le gustaba, lo que la colocaba a ella en el centro para elegir chico... No podía ser más ingenuo, el juego; pero no he olvidado el beso de Berta, de 6.º.
Años después, en los ochenta, estalló una nueva costumbre: los hombres y las mujeres comenzaron a saludarse con dos besos. La moda triunfó enseguida. No podía fallar: de robar besos con gran dificultad pasamos a tenerlos regalados a cada paso. La cosa se ha mantenido estable durante unas décadas. Pero ahora se detectan dos claras variaciones. Las chicas, que también se besaban entre ellas, ahora comienzan darse un beso en los labios para expresar amistad; y los hombres empiezan a besarse en las mejillas. La moda cuajará, no lo dudo.
El beso intersexual, según Freud, es la continuación de la succión del pecho materno. Según algunos paleontólogos es un recuerdo de cuando las mujeres de la especie premasticaban la comida para los pequeños. Los biólogos dicen que responde a un ritual de elección procreativa. ¿Pero a qué responderían los besos de saludo masculinos y el beso de amistad femenino en la boca? Podría parecer una muestra más del éxito de la cultura gay, que ya es hegemónica (70.000 asistentes al festival Circuit). Pero la explicación más plausible es muy sencilla: mimetismo. De la misma manera que el amor romántico se popularizó con las novelas francesas del siglo XIX y los besos de tornillo con las películas de Hollywood, estas variaciones del beso social llegan a través del fútbol, la farándula y las series, tan de moda. El primer hombre que me besó en vez de darme la mano fue, hace ya años, un actor de teatro.