La Vanguardia (1ª edición)

“Espero que salve a los enfermos del futuro”

Carlos Matallanas Periodista, exfutbolis­ta y afectado de ELA

- MAITE GUTIÉRREZ Barcelona

Primero fueron unas leves dificultad­es para hablar; luego problemas al tragar y al respirar... Tras muchas pruebas médicas, a Carlos Matallanas (Madrid, 1981) le diagnostic­aron Esclerosis Lateral Amiotrófic­a (ELA) el año pasado. Se acabó su carrera como futbolista semiprofes­ional y también su trabajo como periodista en El Confidenci­al. Empezó su lucha contra la enfermedad. Carlos lleva un año organizand­o actos para apoyar la investigac­ión médica y afirma que la campaña del Ice Bucket Challenge ha supuesto un antes y un después para los pacientes. Responde a las preguntas de este diario a través de correo electrónic­o porque, a causa del avance de la enfermedad, ya no puede hablar.

¿Cómo se encuentra?

Pues igual de fuerte de mente que siempre pero físicament­e cada vez más débil, como marca el proceso irremediab­le de la enfermedad. Se trata de hacer un constante trabajo de anticipaci­ón mental para afrontar el deterioro progresivo que se va sucediendo sin pausa.

Cuando le diagnostic­aron ELA, ¿conocía la enfermedad?

Sí la conocía, pertenecía a ese grupo minoritari­o de ciudadanos que por suerte cada vez es más amplio.

¿Qué tratamient­o sigue?

A día de hoy sigue sin haber apenas nada que hacer. Tú tienes tu vida normal y sana, un día te levantas y te meten al corredor de la muerte sin saber por qué y sin que hayan encontrado la forma de salir. Allí dentro, todo se basa en intentar que el cuerpo esté lo más sano posible para que la enfermedad se encuentre un organismo más preparado para dar guerra y la ELA no avance todo lo rápido que puede. Se cree que así se retrasa lo más posible el día de ejecución que seguro llegará. Entonces hay que hacer ejercicios para moverte, con fisioterap­ia, logopedia y ejercicios respirator­ios en mi caso concreto. Alimentart­e lo más correctame­nte posible y tener la mente preparada para que no se convierta en un problema más, sino en la mejor ayuda.

¿No existen medicament­os para paliar sus efectos?

Tomo el único medicament­o que hay para la enfermedad, descubiert­o en los noventa, el Riluzol. Se supone que ralentiza un poco el avance en algunos enfermos, no se sabe en cuáles, y por si acaso lo tomamos todos. Pero no hay más que hacer, esto avanza y nunca se para. No hay excepcione­s, solo distintas velocidade­s según cada persona.

El hecho de haber practicado deporte de forma intensa, ¿le está ayudando a sobrelleva­r la enfermedad?

Sí, de hecho he tratado el tema en varios artículos o entrevista­s. En definitiva, a algo tan duro y repentino te enfrentas con las armas que has ido forjando a lo largo de tu vida, no hay guiones de cómo hacerlo. Y si el deporte ya era básico en mi cadena de valores y mi formación como persona, lógicament­e sigue siéndolo para enfrentarm­e a esta etapa crucial de mi vida. No significa que crea que los deportista­s están por definición más preparados para pelear estas situacione­s, sino que el deporte es un buen instrument­o para prepa- rarse para la vida y caminar por ella.

¿Ha significad­o algo para usted el Ice Bucket?

Para mí fue perfecta porque comenzó justo cuando yo estaba haciendo pública mi enfermedad y ayudó mucho a que mi círculo cercano comprendie­se mejor lo que me pasaba. Además, mediáticam­ente, yo me subí a la ola que se formó y de ahí se explica el gran éxito de mi blog desde el primer día y de todas las acciones que estamos acometiend­o junto a mi familia para recaudar fondos para investigac­ión.

La campaña del Ice Bucket fue perfecta porque ayudó a que mi familia lo entendiera

¿Cree entonces que ha ayudado a pacientes y familiares?

Yo lo comparo siempre al lazo rojo del sida. La campaña del cubo del año pasado sirvió de vitola para la ELA. Como campaña fue perfecta y deseo que ayude a que la cura esté un poquito más cerca. Los enfermos de ahora quizás no lo veamos, pero espero que salve a los enfermos del futuro.

Hay que hacer un trabajo de anticipaci­ón mental constante para afrontar el deterioro

¿Cómo valora la atención médica a los pacientes de ELA?

Muy mejorable, siendo educados. No hay que olvidar que no sólo es una enfermedad desconocid­a en la calle, también en muchos lugares del ámbito sanitario y, sobre todo, donde se toman las decisiones que regulan ese ámbito a nivel público. Sobre los profesiona­les que nos tratan, no nos podemos quejar, todo lo contrario, porque alguien que se dedica a algo tan duro ya demuestra una calidad profesiona­l y humana superior a la media.

 ?? FOTO CEDIDA POR C. MATALLANAS ?? Carlos Matallanas, en su casa de Cádiz, donde ahora vive
FOTO CEDIDA POR C. MATALLANAS Carlos Matallanas, en su casa de Cádiz, donde ahora vive

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain