La Vanguardia (1ª edición)

Eivissa afronta una grave sequía en plena temporada turística

Las reservas hidrícas de la isla han bajado al 29% y ya hay restriccio­nes de agua

- DAVID GILABERT Palma

Eivissa se muere de sed. La falta de lluvias y la sobreexplo­tación de los acuíferos han dejado bajo mínimos las reservas hídricas de la isla en plena temporada turística. Tanto es así, que desde el Govern balear hablan directamen­te de “colapso” aunque reiteran que la situación está “bajo control”. Aun así, basta con abrir el grifo para comprobar que la coyuntura es más que alarmante.

En algunas zonas, el agua ha dejado de ser potable y muchos vecinos denuncian que la que llega a sus hogares parece hacerlo directamen­te del mar. Y ello, como consecuenc­ia de la progresiva salinizaci­ón de los acuíferos de los que se nutre la red. En la mayoría de los casos se trata de pozos que no dan más de sí ante una situación de extrema sequía. Los registros pluviométr­icos así lo atestiguan. Las lluvias durante los últimos meses han sido escasas y por debajo de la media y las previsione­s tampoco son halagüeñas. De hecho, Eivissa ha tocado fondo y según los datos que maneja el ejecutivo balear las reservas se sitúan en el 29%, el peor registro de la década.

Si bien la situación es generaliza­da, el municipio de Sant Josep de Sa Talaia ha sido el peor parado. El Ayuntamien­to ha sido el primero en decretar algunas restriccio­nes y el que abandera una lucha por mejorar las infraestru­cturas que permitan al conjunto de las islas no quedar desabastec­idas. En este sentido, el Consistori­o insiste en la puesta en marcha de la desaliniza­dora construida por el Gobierno central en Santa Eulària des Riu. Se trata de una obra que, pese a estar finalizada, sigue en desuso como consecuenc­ia de un problema administra­tivo existente entre las autoridade­s locales y el Ministerio de Medio Ambiente. Además, para poder solucionar el problema faltaría conectarla a la red.

Mientras tanto, el Consistori­o ha conseguido que la desaliniza­dora que el grupo Matutes dispone para abastecer todos sus complejos hoteleros en Platja d’En Bossa aporte cada día cerca de 500 toneladas de agua a la red. Una inyección de agua que podría incrementa­rse en los próximos días. Un aporte de agua extra que, no obstante, no acaba de paliar el problema y que de cara al próximo verano podría ser mucho más acuciante de no encontrar una solución definitiva.

De momento, la isla sigue recibiendo cada día a miles de turistas que, ajenos al problema, llenan los hoteles y complejos residencia­les. Todo ello, con los problemas que supone para muchos comerciant­es poder abastecerl­os. El sector de la restauraci­ón es el más perjudicad­o y no oculta su malestar, ya que la mala calidad del agua que suministra la red les obliga a realizar compras de agua en elevadas cantidades. Se trata de agua embotellad­a que utilizan para mantener en condicione­s algunos electrodom­ésticos como lavavaji- llas y máquinas de café que sufren los estragos del agua salada. En algunos casos, la compra de agua supone un gasto de entre 500 y 1.000 euros mensuales. Una situación que, pese a que en algunos núcleos era habitual por la mala calidad del agua, ahora se ha generaliza­do hasta el punto de que hay quien friega el suelo con agua embotellad­a para evitar que la sal ensucie más el pavimento.

También los hoteleros de la isla exigen soluciones. El presidente de la patronal empresaria­l hotelera de la isla, Juanjo Riera, se mostró ayer contundent­e e instó a los políticos insulares a “ir a Madrid y no regresar hasta que lo arreglen”. Según Riera, la situación refleja un “abandono total” por parte del Gobierno central y reclamó más inversione­s para hacer frente a la elevada presión demográfic­a que soporta Eivissa durante los meses de verano, cuando pasa de 150.000 habitantes a 350.000.

Ayer mismo, el presidente del Consell de Eivissa, Vicent Torres, pidió formalment­e a la presidenta del Govern balear, Francina Armengol, que adopte “medidas para hacer frente a la gravedad de la situación” provocada por la sequía y el agotamient­o de las reservas subterráne­as. Una sequía que ha dejado a la isla en una situación “de emergencia social y ambiental”, insistió Torres.

Varios alcaldes piden la puesta en marcha de desaliniza­doras construida­s pero que están en desuso

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