Don perfecto
Juan-Diego Flórez se el tenor más perfecto en su especialidad. Tiene una voz de lírico-ligero favorecida por un timbre de una gran belleza, y potenciada por una capacidad musical de primer orden, que le permite hacer todo tipo de proezas vocales, entre las que hay una inmensa capacidad en la zona aguda, y se ha ido añadiendo en los últimos años una sorprendente potencialidad de respiración (fiato) y un buen gusto en la emisión vocal que tiene burletes de prodigio. No es extraño, por lo tanto, que este recital en Peralada haya sido uno de los hitos del festival, y que por eso los responsables le han otorgado una medalla de honor, que se le entregó al acabar el concierto, junto con la que recibió la ilustre mezzosoprano madrileña Teresa Berganza, presente en esta edición. Flórez le dedicó en el momento de los bises una canción mexicana en la que se acompañó él mismo con una guitarra, y en la que el tenor hizo gala de unos don sobreagudos en falsete de increíble longitud y sonoridad. Teresa Berganza recibió este homenaje musical desde el palco presidencial y el público lanzó fuertes ovaciones dedicadas a los dos artistas.
En esta ocasión he empezado por el final la descripción del magnífico recital, que se inició con la obertura de Le Toréador, de Adolphe Adam, una curiosa ópera (cuyo argumento pasa en Barcelona), y casi todo el recital giró en torno al bel canto francés, aunque de Donizetti el tenor nos ofreció en italiano la última aria de Lucia di Lammermoor ( Tombe degl’avi miei), un anticipo de este título que Flórez cantará pronto entero en Barcelona. Muy destacables las arias de Gounod (de Fausto y de Roméo et Juliette magistralmente cantadas con los firmísimos agudos que Gounod dedicó a su invento de la voz de tenor lírico y al cual el tenor peruano hizo justicia plena. En cambio en las piezas del Werther de Massenet fue el único momento en el que el intérprete no se encontró tan cómodo como en el resto del programa.
El recital acabó con la graciosa aria de Pâris de La belle Hélène, con sus agudos constantes y el sentido cómico que Flórez, que ha ido desarrollando una capacidad escénica cada vez mayor, interpretó con mucha gracia. El recital fue acompañado por el director peruano Espartaco Lavalle –director artístico de Sinfonía por Perú, proyecto social que preside Flórez–, que llevó la excelente Orquesta de Cadaqués con habilidad (aunque le cayó la batuta un par a veces). El público de Peralada estuvo animado por el propio tenor a manifestar su entusiasmo, que al final fue de gran formato.