Magnética Luz Casal
El concierto en Peralada estuvo dedicado a la Fundación ACE contra el Alzheimer
Magnética, entregada, pasional... Son muchos los calificativos que podrían definir a Luz Casal, una cantante que a medida que pasan los años crece en presencia escénica.
Después de una gira de un año y medio con ese último disco suyo, el aclamado Almas gemelas, que la ha paseado por América, Asia y Europa, ayer debutó en el Festival Castell de Peralada, una de las pocas plazas que le quedaban por conquistar, y lo hizo sumándose a los actos organizados per la Fundación ACE en contra del Alzheimer, a quien dedicó Entre mis recuerdos. Al acto también asistió el presidente de la Generalitat, Artur Mas, quien a la entrada fue aplaudido por gran parte del público.
En espléndida forma y luciendo un vestido negro más hippie que rockero, Luz Casal nos ofreció un concierto lleno de sentimiento en el que combinó el nuevo repertorio de Almas ge-
melas con esas canciones resumen de una carrera de más de treinta años y también algunas en un homenaje a la canción latinoamericana como Como la cigarra de María Elena Walsh,
Historia de un amor de Carlos Almarán, que terminó cantando en francés, o Gracias a la vida de Violeta Parra que, como explicó Luz la acompaña desde después de superar un cáncer.
A lo largo de casi dos intensas horas, Luz fue transformando algunas de sus canciones como
Dame un beso a acordes jazzísticos y recuperó otras de siempre como Besaré el suelo interpretada con una intensidad al límite.
Hubo tiempo también para escuchar Piensa en mí, Pedazo de cielo, la vibrante No me importa nada que dedicó a las mujeres del auditorio y ese canto a la esperanza que es Un nuevo día bri
llará que coreó el público. Tampoco olvidó ofrecer en Peralada
esa Es por ti, la versión de Boig per tu de Sau donde combinó castellano y catalán, ante los aplausos de los congregados.
Luz Casal, convertida en auténtico animal escénico, hipnotizó como una auténtica dama de la chanson y, a medio concierto, se enfundó los pantalones de cuero negro y volvió a ser esa rockera de guitarras eléctricas que encendió los ánimos de los cerca de dos mil espectadores que agotaron las entradas con temas como Plantado en mi ca
beza, Loca y ese himno que es Rufino.
Cantó de corazón, entregada y arropada por cinco músicos de sonido exquisito, entre guitarras, bajo, batería y piano.
Y con los bises llegaron el chacha-chá No, no y no y dos despedidas intensas, a lo Casal: Un año de amor y Te dejé marchar.
La cantante gallega se entregó de corazón, arropada por cinco músicos de sonido exquisito