Un chip para recuperar la vida
El armador del ‘Fyord’ se vuelca en la ayuda contra la drogadicción
Soy adicto. Estuve en rehabilitación en el Proyecto Hombre, en La Garriga, durante tres años y luego cinco años más en terapias ininterrumpidas de seguimiento. Eso fue después de tocar fondo, hace diez años, mientras disputaba una Copa del Rey, precisamente. Me encontraron desmayado en el barrio marginal de Son Banya, en las afueras de Palma. Lo perdí todo: mujer, hijos, negocios, barco…”.
José Luis Maldonado habla con absoluta serenidad y transparencia de quién fue y de quién es. De su pelea por la vida y de lo que ha aprendido, que es mucho más de lo que cualquier persona con una vida “normal” aprendería en varias existencias.
Maldonado, de 47 años, es el armador del Fyord, un X-35 que compite en la Copa del Rey Mapfre tras quedar tercero en el pasado Mundial de ORC organizado en Barcelona. Esa es la parte deportiva de su proyecto. La parte humana incluye hablar de la importancia que tiene tratar la drogadicción como una enfermedad y no como un vicio. “Sería más sencillo de explicar si se entendiera que es como la diabetes o cualquier otra enfermedad. Eso permitiría entender que la forma de ayudar a un adicto es dejarlo en manos de profesionales y apartarse de él, de la misma forma que la diabetes, o un cáncer, los tratan los médicos, no la familia o los amigos. Todo el mundo tiende a esconder el problema y a paliarlo con amor y cariño. Pero eso no sirve para nada, sólo para alimentar la adicción”.
Los días previos a las competiciones, el Fyord recibe la visita de personas que están en tratamiento en los centros del Proyecto Hombre. Maldonado les explica lo que ha vivido él, para que comprueben que es posible salir adelante con éxito. “Ven a alguien que es exactamente igual que ellos, porque a mí no me separa nada de ellos, o de alguien que está en una esquina con un tetrabrik de vino en la mano. Sólo una copa. A mí, el chip que me permitió salir adelante fue ver a un compañero al que le iba bien. Ves a alguien que ha dejado de sufrir y se te abre el cielo. Porque tú estás en el más oscuro de los infiernos”.
Las personas en terapia que llegan al barco para disfrutar de un día de mar están realizando un trabajo sobre valores: autocrítica, compañerismo, respeto, orden, planificación, y encuentran en Maldonado, un hombre dotado del don de la palabra, un impulso para seguir adelante. “Y ellos me ayudan a mí a seguir recordando quién soy, porque una vez recaí pensando que ya me había curado. No estoy orgulloso de lo que he vivido, pero creo que puedo decir que si no fuera un adicto sería un imbécil importante”.
Maldonado ha recuperado su vida. Tenía tres hijas de su primera etapa y tiene ahora un hijo más. Con todos, también con su primera mujer, le une una gran relación de amor y respeto. Vuelve a tener una empresa constructora en Valencia y ha abierto un centro Pilates con su actual compañera, de quien dice con orgullo que “no me admite lástima ni autocompasión de ningún tipo. Eso me da una motivación extra”.
La relación con su patrocinador también es muy buena. Isaac Anidjar, propietario de la marca Fyord de ropa casual y deportiva, se siente satisfecho de apoyar a Maldonado. “Las prendas que creamos tienen relación directa con el ambiente náutico y por eso queremos patrocinar un barco, pero además la actividad que lleva a cabo José Luis nos da un plus de realidad muy importante, de saber en qué mundo vivimos y lo que podemos hacer entre todos”.
A bordo del Fyord no hay tabúes. Las bromas están a la orden del día y los tripulantes a veces le ofrecen bebidas alcohólicas que rechaza con buen humor. Maldonado está siempre listo para ayudar. Insistió ante este reportero: “Publica mi número, sin problema, porque yo sé que el propio adicto o su familia muchas veces no saben ni qué hacer ni por dónde empezar a afrontar la enfermedad”. Allá va, como un aro salvavidas en el mar: 637.304.025.
EN PRIMERA PERSONA El valenciano José Luis Maldonado explica su experiencia como adicto para servir de ejemplo
BARCO SOLIDARIO Antes de las regatas el velero acoge grupos que siguen tratamientos del Proyecto Hombre