La Vanguardia (1ª edición)

“Más que nunca, lo que tengo que decir lo digo cantando”

Raimon, que actúa el lunes en el Festival de la Porta Ferrada

- ESTEBAN LINÉS Barcelona

Rompiendo una tradición no escrita en su particular manual de uso, Raimon ha decidido ofrecer en plena canícula estival un de par de recitales en formato festivaler­o. Acompañado de sus músicos habituales, anoche tenía previsto hacerlo en el Festival d’Estiu de Tarragona, y este próximo lunes en el de la Porta Ferrada de Sant Feliu de Guíxols (22.30 h en el Espai Port). El cantautor de Xàtiva, que a comienzos del próximo mes de diciembre cumple 75 años, no oculta la excitación y expectació­n que siente ante la cambiante situación política, sobre todo en Valencia, y la convocator­ia del 27-S.

Tenemos en la memoria los recitales del pasado año en el Palau de la Música. ¿Seguirá el mismo esquema? El tipo de concierto que estoy haciendo desde hace ya un tiempo es uno en donde cojo los temas de aquellos autores que crees que va bien para lo que quieres decir, que le guste a la gente que venga a escucharte y, por supuesto, que también aporte algo nuevo. Introduzco alguna canción nueva y otras ya antiguas que las rescato por así decirlo, adecuándol­as en cierta medida a mis criterios actuales, y que muchas veces la gente te dice, “vaya, esa canción parece como si estuviera hecha ahora”. El concierto tiene unas treinta canciones y lo hago seguido, y este dato lo hace muy diferente a los conciertos que hice en el Palau. Ahora tengo que hacer un concierto sin descanso, y donde tengo que ver cómo monto el ritmo del mismo, la tensión, los altos y los bajos. Es algo diferente a cantar en un teatro, por ejemplo.

¿Eso le implica tener una pauta previa sobre lo que va a cantar? Si yo te enseñase las listas de canciones que realizo para preparar cualquier recital, te quedarías asombrado. Para acabar de concretar una, suelo hacer entre 20 y 25 distintas.

Ha hablado de algo nuevo. Hay un tema nuevo que canto ahora así como algunos de mi últi- mo disco Rellotge d’emocions que se han escuchado poco. Entre las que hay, juego entre los clásicos y algún poema de Espriu. Todo eso en una hora y media, una hora tres cuartos… Siempre he pensado que lo que yo tengo que decir lo digo cantando. Y eso me lo aplico más que nunca, porque las canciones son las que hablan.

¿El público de festival veraniego es más imprevisib­le? No, siempre lo es. Cuando sales, si estás bien, el público no es secundario, pero capta que estás bien, y entonces sí que puedes permitirte una serie de cosas. Pero si no lo estás, el público también lo capta, y es entonces cuando uno tiene que desarrolla­r un proceso profesiona­l de seducción del público, porque si no, haces el ridículo.

Usted está bien, ¿no? Sí, bueno, pero me acerco a los 75 años.

De esa seducción del público, ¿que ha aprendido en estos años? Solo te diré una cuestión. Tengo claro que en cualquier recital las primeras canciones pueden ser no escuchadas, puede que te las aplaudan pero muchas veces la cabeza de parte del público aún está en otras cosas: he aparcado mal el coche, me he peleado con mi chica…, y ese proceso dura unos diez minutos, y a partir de allí, poco a poco, si eres hábil, le vas haciendo entrar en ese mundo que quieres construir aquella noche.

¿Qué ha hecho desde aquellos intensos cuatro recitales del Palau de la Música? Algunos conciertos, pero sobre todo quería ir a Valencia, además de por motivos de familia, para ver qué pasaba o cómo quedaba la situación después de las elecciones.

Supongo que contento. El alcalde de mi ciudad, Xàtiva, fue durante veintitant­os años Alfonso Rus. El tipo que contaba los billetes, los euros y las pesetas. Y los más votados en esta ocasión fueron, por orden, los socialista­s, Izquierda Unida, Compromís... y el PP al final. Rus engañó hasta el último momento y a mí no me tenía un afecto especial... Mira, en el 2010 me tuve que pagar el teatro para poder cantar en mi ciudad natal. Pues bueno, el caso es que Rus estaba seguro de que iba a ganar: un mes antes ya tenía los carteles hecho para volverse a presentar, pero él lo negaba, “tengo que consultarl­o con mi familia”, decía, y de pronto ocho días antes, Xàtiva amaneció empapelada con inmensos carteles con su cara y el anagrama del PP muy pequeñito. Pero se equivocó al confiar en que no le fallaran los aduladores de toda la vida.

¿Este cambio en Xàtiva ya se ha notado? ¿ya lo ha notado? Sí, sí. El nuevo alcalde ya quería que este mes de agosto fuese allí a cantar, pero le he dicho que lo hagamos con calma, pensándolo bien. Y Ximo [Puig, presidente de la Generalita­t Valenciana] también me ha llamado para ver qué podemos hacer. Hay un buen fee

ling. Hay muchos proyectos sobre la mesa.

Este vuelco político en Valencia es bastante más que una alternanci­a de partidos, ¿no? Por supuesto, mucho más. Este cambio, y aunque yo ya sea un anciano archivable como decía Fuster, ja ja ja, me pilla con gran parte de mi trabajo hecho, pero sobre todo para la gente que comienza o lleva años, en Valencia o en Mallorca, se les abren unas expectativ­as enormes. Ahora se reabre el mercado natural para los que cantan en catalán a través de los circuitos más naturales. Y no solo en la música. No ha habido ninguna facilidad. Cantar en catalán fuera de Catalunya ha sido durante muchos años complicadí­simo, tanto en los circuitos públicos como en los medios públicos. Lo de Rus, y perdona que regrese al personaje, ha sido tremendo; no hay que olvidar que este señor, en relación con los catalanes, dijo en una ocasión que “estos tíos que dicen ‘gairabé’ y ‘aleshores’ son tots uns gilipolles i sel’s ha de rematar”.

¿Por qué cree que se ha producido este vuelco en Valencia? Para empezar, por la crisis; después, por toda la mierda que se conocía y que ha ido saliendo, y, sobre todo, porque la gente ha hecho la relación de que la corrupción produce como consecuenc­ia un aumento del paro, de los recortes educativos, recortes en sanidad... “Mientras a mí me pasaba esto, aquel tío estaba contando billetes”, ha pensado la gente que lo pasa mal por primera vez en Valencia... me da la sensación.

En los cuatro conciertos de Barcelona de hace un año, el tema del soberanism­o estaba en su apogeo. Ahora, ¿cómo anda ese debate de independen­cia sí o no? Es que ese debate no es mío. Después del 27-S será el momento de contar y de ver qué pasa. Este momento es muy brillante, hay mucha efervescen­cia ante el cambio que se ve venir, y encima tienes una pared enfrente de ti que es la política inmovilist­a del PP que no hace nada.

¿Usted, su postura, ha evoluciona­do en este tiempo? Al acabar la dictadura pensabas que se podían hacer las cosas de

“Después del 27-S será el momento de contar bien y de ver qué pasa” “Tras las elecciones se ha reabierto el mercado natural para los que cantan en catalán” “Este momento es muy brillante, apasionant­e, y enfrente está la pared del PP, inamovible” “El vuelco en Valencia me pilla cuando ya soy un anciano archivable, como decía Fuster” El 3 de diciembre actuará en L’Auditori de Barcelona para celebrar sus 75 años

una manera concreta, pero no se hicieron porque había toda una serie de circunstan­cias que te explican y te las crees. Pero han pasado los años y esas circunstan­cias han cambiado. Un tipo que ha nacido en el 85 o el 90 no sabe nada, no sabe los que es la Transición.

¿Y qué puede pasar? Si el sistema es fuerte puede encauzar la situación de una manera menos rígida, menos inmovilist­a que ahora. El debate político que ha habido hasta ahora no refleja la realidad. Pero ahora hay que ver como serán los resultados del 27-S, y actuar en consecuenc­ia. Desgraciad­amente para mí, soy más impolítico que otra cosa.

¿Impolítico’? Sí, que no digo la cosa más adecuada cuando hablo, pero en cambio, intento estar muy ligado a la sociedad en que vivo

¿Celebrará musicalmen­te su cumpleaños en Barcelona? A finales de año habrá un concierto por mis 75 años en L’Auditori; se celebrará el día 3 de diciembre, un día después de mi cumpleaños, pero todavía no sé muy bien qué haremos.

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INMA SAINZ DE BARANDA

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