La Vanguardia (1ª edición)

La voz de un chef que planta cara a la injusticia

HA RENUNCIADO A ABRIR UN RESTAURANT­E EN UN HOTEL DE DONALD TRUMP POR LAS DECLARACIO­NES DEL CANDIDATO CONTRA LOS INMIGRANTE­S MEXICANOS. EL CHEF ESPAÑOL HA DESATADO LA IRA DEL MAGNATE

- CRISTINA JOLONCH Barcelona

Ha llegado a ocupar un puesto en la lista de los cien personajes más influyente­s del mundo que publica la revista Time y es el gran embajador de la cocina española en Estados Unidos. Pero la fama, su amistad con personalid­ades de Washington –incluido el presidente Obama, con quien acaba de viajar a Kenia– y el éxito de sus conferenci­as, sus programas de televisión y sus restaurant­es en Washington, Las Vegas o Los Ángeles (en 2016 abrirá en Nueva York) no lo ha endiosado.

José Andrés da de comer todos los días a privilegia­dos comensales en algunas de las mesas más codiciadas del país. También está implicado en numerosos proyectos humanitari­os: desde la Alianza Global por las Cocinas Limpias (“acabar con las cocinas de carbón contribuir­á a erradicar la pobreza”), a la ayuda a Haití o a los comedores sociales por los que en Washington pasan cada día 8.000 personas y en Los Ángeles, 20.000. El cocinero del siglo XXI, asegura, es alguien que ha de hacer prosperar su negocio y también su entorno. “Si tienes frente a tu casa a gente que pasa hambre y eres pintor, tal vez puedas seguir pintando, pero si eres cocinero, has de dar de comer”.

A sus 46 años y con una historia de superación y liderazgo propia de un guión de Hollywood, José Andrés sigue siendo el mismo tipo campechano que, después de pasar por El Bulli, llegó a Estados Unidos sin apenas un duro en el bolsillo y que en 1993 abrió su primer restaurant­e, Jaleo, en Washington. El mismo tipo hiperactiv­o y franco que mira fijamente a los ojos y hace sentir a su interlocut­or que está en sus manos contribuir a mejorar el mundo.

“Siempre he tenido una mente inquieta y eso me ha llevado a explorar muchos caminos. Salgo de uno y me meto en otro. Ahora, a mi edad, me doy cuenta de que lo mejor está por llegar. Y cuando veo en Japón a un chef anciano preparando el sushi con todo el esmero, pienso que tal vez algún día yo también estaré encerrado en mi restaurant­e, disfrutand­o. Pero ahora tengo el honor, el privilegio y la oportunida­d de poder estar hablando en cualquier lugar de cocina y salud, de cocina y hambre, de cocina e historia o de cocina y ciencia. Porque no conozco ninguna otra profesión como la mía que toque todos los ám- bitos de la humanidad. Y eso es fascinante”.

Este verano José Andrés ha ocupado páginas en las secciones de política internacio­nal de todo el planeta por haberle dado calabazas a Donald Trump. Las declaracio­nes del candidato republican­o en contra de los emigrantes mexicanos lo impulsaron a retirarse del proyecto de abrir un res- taurante en uno de sus hoteles, en Washington. El magnate lo ha demandado y le exige nueve millones de euros. Pero Andrés no ha recalado en Barcelona para hablar de Trump, de quien sólo esperaba unas palabras de disculpa. “Cuando uno hace un órdago tiene que entender que habrá consecuenc­ias. Todos nos equivocamo­s y todo el mundo entiende cuando alguien pide perdón, pero hay que dar ese paso”. El chef pasó por Barcelona para recibir un caluroso homenaje de amigos y alumnos en la escuela en la que estudió cocina, el Eshob. Con simpatía, este hombre grandullón que es honoris causa por la Universida­d de Washington y que ha hecho discursos ante multitudes, recibió también el graduado que en su día no llegó a obtener en aquella escuela.

Podría despertar envidia entre sus colegas pero es uno de los chefs más queridos. Nadie como él ha vendido la gastronomí­a española al otro lado del charco. Es un triunfador, pero asegura que ha renunciado a cosas. “Me gustaría tener una estrella Michelin. No digo cuatro ni cinco, me gustaría tener media estrella. O que alguno de mis restaurant­es estuviera en la lista de los mejores restaurant­es del mundo. Pero no cambiaría tener que ir a congresos y promociona­rme por abrir un restaurant­ito, como acabo de hacer, junto a un orfanato”.

“He renunciado a cosas: me gustaría tener ni que fuera media estrella Michelin o estar en la lista de los mejores restaurant­es del mundo”

 ?? ÀLEX GARCIA ?? José Andrés frente a la Escuela Superior de Hostelería de Barcelona (Eshob), donde hace unos días le rindieron homenaje como uno de los más reputados exalumnos
ÀLEX GARCIA José Andrés frente a la Escuela Superior de Hostelería de Barcelona (Eshob), donde hace unos días le rindieron homenaje como uno de los más reputados exalumnos

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