La Vanguardia (1ª edición)

Media vida tras el monstruo del lago Ness

DEJÓ ATRÁS SU CASA, SU TRABAJO Y A SU NOVIA PARA BUSCAR A NESSIE. DESDE ENTONCES VIVE EN UNA FURGONETA EN EL LAGO, VENDIENDO ACUARELAS A LOS TURISTAS PARA SOBREVIVIR

- XAVIER RIBERA Barcelona

Steve Feltham va a cumplir el próximo año un cuarto de siglo intentando dar caza al monstruo del escocés lago Ness. Un personaje que más allá de la laguna pocos sabían de él hasta que el Ti

mes lo lanzó a la fama publicando hace poco su rendición. Pero el veterano cazador ha desmentido al rotativo y afirma que de agotamient­o y de tirar la toalla nada. Feltham recuerda que esta “ha sido y es la pasión de su vida” y que sigue decidido a seguir su búsqueda de la bestia. Y por si a alguien le pudiera quedar algún tipo de duda, añade: “No podría estar más feliz haciendo otra cosa”.

Con su dislate, Feltham le trae un aire al capitán Ahab, que se obsesionó con dar caza a una ballena albina. Pero él es en realidad un personaje de carne y hueso y no fruto de la inmensa imaginació­n de Herman Melville, padre de Moby Dick. Como escribió el autor estadounid­ense en boca del atormentad­o marinero, “no está en ningún mapa, los lugares verdaderos nunca lo están”. El monstruo de Ness tampoco consta en ningún registro de bichos raros, pero los monstruos verdaderos nunca lo están, y Feltham sigue empecinado en darle caza, y jura y perjura que no desistirá hasta el final. Es más, se muestra optimista ante una posible y pronta captura.

Feltham lleva 24 años buscando a tiempo completo al escurridiz­o monstruo. Atrás, presa de su obsesión por el misterioso animal, dejó su trabajo, su casa y su novia. Abandonó sus comodidade­s para vivir en una furgoneta, que tiene aparcada en la costa del lago, y cada mañana se levanta con la única idea de atrapar a la bestia. La ofuscación nace cuan- do Feltham apenas tenía siete años, en 1970, cuando su familia realizó unas vacaciones por las inmediacio­nes del lago. Allí descubrier­on a un equipo de voluntario­s que cada verano establecía un campamento con la esperanza de filmar al monstruo. Su padre, viendo el interés que el afamado animal despertó en el joven Steve, le compró un dossier de informació­n, que aún conserva. Ya de mayor se escapó cuando y cuanto pudo para intentar ver a la bestia.

Mientras, trabajó de alfarero, como encuaderna­dor y finalmente como artista gráfico. Luego, con su padre, montó una empresa de instalació­n de alarmas contra robo. No les fue mal y pudo capitaliza­rse. Empezó a salir con una chica y con el dinero de la empresa se compró una casa. Pero nada de todo eso le ilusionaba y, finalmente, decidió dejarlo todo por perseguir su sueño. Primero estuvo tres semanas tanteando el terreno, luego fue alargando sus estancias hasta quedarse a vivir. Vendió la casa para costear su nueva vida. Al principio movía su furgoneta por todo el lago, hasta que un día no pasó la ITV y ya la dejó permanente. Combina sus vigilancia­s con acuarelas y otras manualidad­es que vende a los turistas para ir costeando su vida.

Después de tantos años de búsqueda, el cazador ha llegado a la conclusión que Nessie, apodo cariñoso que recibe el monstruo de Ness, podría ser un enorme bagre galés, un pez originario de Europa que puede llegar a crecer hasta los cuatro metros de largo. Según su teoría, pudo introducir­se en el lago cerca de Inverness en la época victoriana como un mero entretenim­iento deportivo.

El primer registro escrito sobre el monstruo se refiere al monje irlandés san Columbano, quien supuestame­nte descubrió una “bestia del agua” en las profundida­des del río Ness en el siglo VI. Después de aquella primera anotación llegaron otras y así hasta no parar. No son pocos los que dicen haber visto el engendro. Hace cuatro años, el conductor de un bote turístico detectó en el lago con su equipo de sonar y a más de 18 metros de profundida­d un objeto de más de 1,5 metros de ancho; el lago tiene una profundida­d de más de 180 metros y se extiende a lo largo de 39 kilómetros.

La mayoría de los científico­s y otros expertos afirman que las pruebas que apoyan la existencia de Nessie no son convincent­es y consideran dichos informes fraudes o identifica­ciones erróneas de criaturas reales. Pero el escepticis­mo no interesa en las Highlands de Escocia, más bien todo lo contrario, cuanto más de misterio se genere alrededor de la criatura más beneficios turísticos podrán obtenerse. El mito del monstruo es la principal fuente de riqueza de la zona y a nadie interesa que un exceso de realidad mande al garete la gallina de los huevos de oro del lago.

Además de cazarlo, fotografia­rlo se ha convertido también en todo un deporte nacional. De entre todas las fotos que pretenden descubrir al monstruo destaca la del ginecólogo y teniente coronel londinense Robert Kenneth Wilson. El 21 de abril de 1934, el Daily Mail publicaba la fotografía en la que se distinguen claramente la cabeza y el cuello de una extraña criatura que emerge de entre las aguas del lago Ness. ¿Negativo trucado? Para unos no hay manipulaci­ón y para otros forma parte del circo.

Los turistas se acercan a Feltham interesado­s por su aventura. Él tiene todo el tiempo del mundo para contarla y le encanta hablar una y otra vez de su amigo, el monstruo. ¿Lo que más le preguntan? Si alguna vez se ha arrepentid­o de su decisión. Respuesta: “Nunca, ni por un segundo”.

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PETER JOLLY / SPLASH NEWS / TPC Steve Feltham se ha pasado 24 años de su vida a la caza del monstruo del lago Ness, en Escocia. No se rinde, está convencido de que dentro de muy poco lo encontrará

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