El Río tinto marciano
La NASA, en colaboración con el CSIC, vuelve a perforar Ríotinto para entrenarse en la búsqueda de vida en Marte
La NASA está experimentando en la localidad onubense con un taladro destinado a buscar restos de vida en el subsuelo del planeta Marte.
La NASA ha vuelto a Ríotinto, más de diez años después de que finalizara el Proyecto Marte. La agencia espacial norteamericana, en colaboración con el CSIC, ha estado trabajando durante dos semanas en la cuenca del río onubense. Su objetivo era realizar pruebas para un nuevo proyecto, conocido como Icebreaker (rompehielos), en una zona que por su mineralogía y condiciones extremas es lo más parecido en la Tierra a la superficie de Marte.
“Queremos saber definitivamente si existe o existió vida en Marte y tenemos los instrumentos apropiados”, asegura Víctor Parro, del Centro de Astrobiología (CAB), co-investigador en el proyecto Life Detection Mars Analog Project (LMAP), que dirige el científico de la NASA Brian Glass.
Icebreaker es básicamente una perforadora que se complementa con una serie de elementos analíticos entre los que se encuentra Solid (Signs of Life Detector), un de- tector de signos de vida que ha desarrollado en España el CAB. Excepto el proyecto Viking, lanzado en 1976, las misiones a Marte no han tenido entre sus instrumentos ninguno netamente biológico ca- paz de detectar vida. El interés se centraba sobre todo en la geología marciana y en conocer su complicada atmósfera.
En Ríotinto se ha trabajado con una maqueta en tamaño real del módulo de aterrizaje de la sonda Phoenix, enviada a Marte en el 2008, muy parecida a Icebreaker. Se han probado los elementos más sensibles como el perforador, la toma de muestras, su suministro a Solid y el análisis biológico realizado por ésta in situ. “Hemos elegido Ríotinto por sus evidentes similitudes a lo que se puede hallar en algunas regiones de Marte”, confirma Brian Glass.
La misión Phoenix descubrió que en las zonas boreales del Planeta Rojo abunda el hielo a pocos centímetros de la superficie. La misión de Icebreaker sería excavar la capa de hielo hasta un metro de profundidad como mínimo para intentar descubrir la presencia de vida. A esta profundidad, las posibles formas de vida marcianas estarían protegidas de la radiación solar y de los rayos cósmicos gracias al hielo.
Solid es un instrumento diseñado y construido en el Centro de Astrobiología, dependiente del CSIC, que permite detectar e identificar microorganismos y compuestos bioquímicos mediante el análisis automatizado de muestras sólidas y líquidas. Permite analizar una muestra tan pequeña como medio gramo de suelo. Dotado con un biochip con más de 300 anticuerpos, Solid filtra la muestra y la enfrenta al panel de anticuerpos del biochip. Si hay algo de material biológico, lo retiene. Con la ayuda de un láser y una cámara se identifican los anticuerpos del biochip que han detectado restos de microorganismos. De esa forma, se puede concluir si la muestra analizada tiene vida o la tuvo en el pasado.
Alimentada por paneles solares, Icebreaker tendría una vida útil de unos pocos meses antes de que las duras condiciones del otoño marciano acaben con la misión. La NASA decidirá el próximo mes si aprueba una misión adicional a las que ya tiene programadas. El año que viene lanzará una sonda muy similar a Phoenix denominada InSight, destinada al estudio geológico de Marte y en 2020 un ingenio
El artilugio debería horadar la superficie helada en busca de pistas actuales o antiguas de vida
motorizado dedicado a buscar evidencias presentes y pasadas de vida en Marte.
El investigador Ricardo Amils subraya que “se están haciendo perforaciones en muchos lugares del mundo, como la Antártida o el desierto de Atacama, y también en los océanos. Pero Ríotinto es el único lugar que existe verdaderamente análogo a Marte. Una vez descartada la existencia de vida en la superficie del planeta rojo el siguiente paso es buscar más hacia abajo. Y yo estoy convencido de que hay vida”.