La Vanguardia (1ª edición)

Alejandro García Padilla

GOBERNADOR DE PUERTO RICO

- SERGIO HEREDIA Barcelona

Alejandro García Padilla (44) no ha podido evitar que Puerto Rico incurriera el pasado lunes en el impago de una deuda de 53.000 millones de euros a sus acreedores. El país está paralizado por su paro y su elevada migración al exterior.

El lunes pasado, muchos insistiero­n en establecer paralelism­os entre Puerto Rico y Grecia.

De hecho, dijeron que la isla se había convertido en una suerte de Grecia en el Caribe: Puerto Rico, catalogado como Estado Libre Asociado de Estados Unidos, se había declarado en suspensión de pagos. Ese día, dejó de pagarle alrededor de 58.000 millones de dólares (unos 53.000 millones de euros) a sus acreedores. Y esa noticia, en realidad una suerte de crónica anunciada, copó portadas y generó nervios entre los analistas del otro lado del charco.

Semejante inquietud, en realidad, es relativa. En primer lugar, porque su quiebra está pasando de puntillas en otros ámbitos regionales, como en la eurozona. ¿Alguien se ha planteado la posibilida­d de un contagio mundial...?

Pero también, porque el volumen de su deuda es menor. Se calcula que Puerto Rico (3,6 millones de habitantes) le debe a sus acreedores un total de 72.000 millones de dólares (66.000 millones de euros). Apenas un 20% de la deuda griega... Además, el impago sólo correspond­e a una parte de lo que debe. La administra­ción puertorriq­ueña sigue pagando otros pasivos –se ha limitado a suspender el pago de la emisión de deuda que incumbe a una de sus agencias públicas, la Corporació­n de Financiami­ento Público (CFP)–. Y las agencias de calificaci­ón se resisten a degradarle la nota (aunque su deuda, ahora mismo, se encuentra al nivel del bono basura).

El desenlace, en todo caso, ha abierto la puerta a un abanico de especulaci­ones. Se trata, recordaron algunos, de la mayor suspensión de pagos de una entidad territoria­l estadounid­ense en 174 años. El impago es claramente superior, por ejemplo, al de Detroit (18.000 millones de dólares) o a las quiebras de Enron (2001) o General Motors (2009). E implica, por encima de cualquier otra cosa, que la situación se ha puesto peliaguda en la isla.

Su tasa de desempleo, del 12,4%, casi triplica a la de su socio estadounid­ense (alrededor del 5%). Su elevada tasa migratoria (4,9 millones de puertorriq­ueños viven en Estados Unidos, cifra que se ha disparado en los últimos cinco años, consecuenc­ia del paro local; son más de los que habitan en la isla) maltrata su base impositiva. Para cubrir esos huecos, la administra­ción se ha visto obligada a subir los impuestos. Visto lo visto, los inversores internacio­nales han emprendido la huida...

Alejandro García Padilla, gobernador de la isla desde el 2013, se ha visto maniatado. Le ha encargado a un equipo de expertos que diseñe un plan de reestructu­ración de la deuda, exactament­e lo mismo que prometía Alexis Tsipras a principios de este año, cuando tomó las riendas de Grecia. “No podemos pagar nuestra deuda. Estamos metidos de pleno en un círculo vicioso de contracció­n, emigración, austeridad e impuestos”, dijo el gober-

“No podemos pagar nuestra deuda”, dice Alejandro Padilla, el gobernador del Estado Libre Asociado

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Mujeres de compras en una tienda de Puerto Rico

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