Doble juego en la guerra de Siria.

desarrollará primero en Egipto y otros países musulmanes de todo el mundo. En nombre de los valores del islam, los ciudadanos se opondrán a los regímenes militares a menudo aliados con Occidente.

El nacimiento del Daesh fue posible sólo porque durante largo tiempo se preparó un terreno favorable. La guerra en Siria dará la oportunidad a los extremistas religiosos. Bashar liberará a opositores islamistas y animará a los siria, vaga en su mayoría entre el Líbano, Europa y África del Norte en busca de un lugar de asilo.

Durante ese tiempo el Daesh, matando a los coptos, a los periodistas extranjeros, mostrando sus cabezas, secuestrando a las niñas y las mujeres, vendiéndolas, violándolas, continúa su guerra contra la cultura y la civilización mediante la destrucción del arte en museos, estatuas, cerámicas, haciendo de la barbarie su marca comercial que propaga el terror. decide todo, incluso si el presidente es un civil. Pasó lo mismo en Iraq bajo Sadam o en Libia con Gadafi, entre otros.

El ejército y la cultura son incompatibles. Los regímenes totalitarios reprimen toda la libertad de expresión. Esta es la razón por la que la cultura árabe está en decadencia. La gente no lee y en un país como Egipto, con casi 85 millones de habitantes, ¡un éxito de ventas tiene una tirada de 3.000 copias! incluso si la decepción es la regla, y a pesar de que la guerra sigue en Siria, Libia y Yemen, y de que la primavera aún no ha dado sus frutos, sigue siendo básicamente una esperanza silenciosa en muchas personas. El principal logro de esta experiencia es que los pueblos árabes ya no tienen miedo y salieron a las calles para exigir justicia y dignidad. Por ahora, el Daesh progresa, desfigura la imagen del islam y el mundo árabe, revive el siglo VII, como si nada hubiera pasado desde la muerte del profeta Mahoma. Pero si este movimiento ha logrado matar a personas inocentes es porque la democracia nunca ha sido capaz de instalarse concreta y profundamente en los sistemas políticos que prevalecen en el mundo árabe. Él es el hijo de las dictaduras y el fracaso de la oposición progresista. Es la victoria de la ignorancia sobre la cultura, el conocimiento y la inteligencia. Ahí es donde puede conducir la falta de democracia.