El ser o no ser de la Iglesia
Un libro recoge las conclusiones de los expertos sobre la pastoral en las grandes ciudades
Cómo se puede pasar del anonimato a la cercanía y construir un cristianismo del pueblo en la gran ciudad? ¿Sobre qué bases de participación se puede diseñar un proyecto pastoral para la gran ciudad? Estas dos preguntas están en la base del Congreso Internacional de Pastoral de las Grandes Ciudades, celebrado en el 2014, y del que ahora se han publicado las ponencias y conclusiones tanto de la fase de expertos como de los pastores diocesanos. Un congreso que el papa Francisco enriqueció hablando de los cuatro retos de la nueva pastoral urbana: vivir un cambio de mentalidad pastoral; dialogar con la multiculturalidad; prestar atención a la religiosidad del pueblo; y atender a los pobres urbanos.
Vivimos en un planeta donde el 52% de los habitantes reside en ciudades y en el 2050 la proporción será del 66% (un porcentaje que ya sobrepasan América del Norte y Europa). Un 18% de la población vive en regiones metropolitanas de más de cinco millones de personas. Y en esas grandes áreas coexisten la miseria y la abundancia, crece la desigualdad social, aumenta la pobreza y los desequilibrios ecológicos. Pero a pesar de todo, las ciudades son el motor del desarrollo, y como señala el arzobispo de Barcelona e impulsor del congreso, Lluís Martínez Sistach, la pastoral de la Iglesia sigue haciendose “muchas veces con criterios rurales heredados de una época previa al actual boom urbano”.
El libro La pastoral de las grandes ciudades (Ed. PPC, 2015 ), que recoge las aportaciones de este congreso, se abre con un retrato sobre “la metropolitanización del mundo” de Manuel Castells. Este sociólogo describe “los factores que contribuyen al declive de la influencia de la igle- sia católica en el mundo”. Y apunta algunas vías de reconstrucción inspiradas en el crecimiento de la Iglesia católica en África y en su compromiso con los más pobres. “De como lo afronte –dice Castells– depende el que sea instrumento divino para remediar el dolor del mundo o que los humanos busquen otras sendas para su salvación cotidiana”.
Otro sociólogo, Javier Elzo, empieza su ponencia con una noticia del 4 de enero de 2014 donde se decía que se había hallado en Bilbao una mujer que llevaba muertas dos años en su vivienda. Una situación límite que refleja el aislamiento en la ciudad global. Y a partir de aquí hace un retrato de la fenomenología urbana Junto a estos textos más sociológicos (los ya citados y los de Benjamin Bravo y Marc Augé), hay otros más históricos (Angelo di Berardino y Jean-Bosco Matand) y otros de carácter más pastoral (Luca Bresssan, Alphonse Borras y Carlos Maria Galli). Finalmente, los teólogos Armand Puig y Joan Planellas realizan una síntesis con veinte propuestas que se pusieron a consideración del con- greso de los pastores diocesanos.
El libro se cierra con el discurso del Papa en la audiencia final a los participantes. Francisco apuesta por una Iglesia de misión, capaz de salir sin esperar a que la vengan a buscar. “Salir para encontrar a Dios, que vive en la ciudad y en los pobres. Salir para encontrarse, para escuchar, para bendecir, para caminar con la gente”. Propone una iglesia samaritana, que ofrezca testimonio, que “no crece por proselitismo, sino por atracción”. Pone el ejemplo de Cáritas y recuerda la importancia de una “pastoral ecuménica caritativa”, de compromiso con los más pobres y junto a los hermanos de otras iglesias y los laicos sin caer en “la enfermedad del clericalismo”.
El sociólogo Manuel Castells propone una reconstrucción desde el espíritu de la Iglesia católica de África