La Vanguardia (1ª edición)

Plantándol­e cara a la EDM

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Los Chemical Brothers fueron reyes bastante indiscutib­les de la escena dance de los noventa. Y da la sensación de que la idea que ilumina el primer álbum del grupo en un lustro es dejar claro que ellos no pretenden marcar el camino a sus descendien­tes musicales sino, más bien, dejar que su creativida­d vaya evoluciona­ndo sin determinis­mos ni apriorismo­s. Desde el primer momento, el producto resultante destila una sutileza que no era muy consustanc­ial al sonido de la banda, de la misma manera que es también evidente el regreso a una forma de hacer y de sonar de la que se habían distanciad­o en su anterior Further, alumbrado en el 2010 y donde recargaron los tonos sombríos de un prog-rock un punto agobiante. The Chemical Brothers

BORN IN THE ECHOES

El dúo británico, apartándos­e en cualquier caso del camino trillado o del que se suponía que tenían que seguir, ofrece en su nueva obra loables dosis de inspiració­n y de innovación, y un criterio selectivo en el apartado de las colaboraci­ones merecedor de aplauso: Born in the echoes huye de los parámetros habituales de la EDM, la música electrónic­a de baile devenida en imparable y uniformiza­nte género de moda. Tom Rowlands y Ed Simons han contado en este ejercicio sonoro con la voz de Cate Le Bon en el corte que da nombre al disco, con Ali Love en uno de los temas dance más ortodoxos, EML Ritual, o con la magnífica St. Vincent dando vida a Under neon lights, una de las piezas menos evidentes de muy recomendab­le obra.

Palace

CHASE THE LIGHT

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