LA TROICA ATACA AL FÚTBOL
La tormenta político-financiera en Grecia ha arruinado fichajes y ha agravado la precaria situación de muchos clubs
La crisis que afecta a Grecia también ha llegado a sus clubs de fútbol, lo que ha frenado algunos fichajes o los ha puesto en grave peligro.
El Olympiacos, campeón de la Liga griega de fútbol, necesitaba un centrocampista para la próxima temporada. Tenía en el punto de mira al brasileño Nené, a quien ya trató de fichar en el 2007. Parecía que esta vez lo lograría: las negociaciones estaban avanzadas, el club tenía el dinero... Hasta que estalló la tormenta político-financiera del verano y lo arruinó.
El corralito y el pulso del Gobierno de Alexis Tsipras con los socios europeos no sólo ha angustiado a los jubilados de Grecia. En los despachos de los clubs deportivos profesionales ha habido sudores fríos. El control de capitales y la amenaza del Grexit –salida del euro– ha sido otra vuelta de tuerca para equipos que ya estaban en números rojos.
La crisis explotó a finales de junio, cuando los clubs cerraban la nueva plantilla. Han peligrado fichajes y a veces, como el de Nené, los ha dinamitado. “Grecia está en medio de una grave crisis –explicó el brasileño cuando se filtró la noticia–. Puede que el club tenga dinero, pero es imposible que la situación del país no acabe afectándote”. El Olympiacos le pidió que esperara unas semanas a que se aclarara la situación, pero Nené no arriesgó y fichó por el Vasco da Gama de Río.
El rival Panathinaikos tuvo más suerte y logró salvar el fichaje del catalán Sergio Sánchez, que aplazó la firma del contrato en plena vorá- gine. Representantes del club griego tuvieron que viajar a España para persuadirle.
La crisis amenazó también el fichaje más esperado del Olympiacos de baloncesto: Patric Young, un pívot estadounidense de 2,09 m y 23 años del Galatasaray a quien también cortejaba el Barça. Los campeones griegos se habían impuesto en las negociaciones, el contrato estaba listo y la fecha para la rúbrica marcada en el calendario. Pero el padre del jugador no lo veía claro: ¿Por qué fichar por dos temporadas en un país que no sabe ni qué moneda tendrá a finales de verano? La firma se retrasó dos semanas. No cedió hasta que Tsipras regresó de Bruselas con un acuerdo.
Las negociaciones se han endurecido. Los agentes de jugadores extranjeros han presionado para añadir una cláusula en los contratos que garantice que, si cambiase la moneda nacional, sus clientes seguirían cobrando en euros. Exigen que los sueldos se depositen en cuentas fuera del país. Aunque los bancos abrieron el 20 de julio después de tres semanas, se mantienen los controles de capital. Los griegos pueden retirar un máximo de 420 euros a la semana, pero las cuentas extranjeras no tienen límite.
Grecia ha perdido atractivo como destino. “Honestamente, intentaré no traer más jugadores para evitar problemas”, decía el agente de un jugador extranjero de primera división a Goal News.
“El resultado es que muchos equipos han tenido que reducir la calidad de los jugadores. La excepción son clubs ricos”, señala Sotiris Vetakis, periodista deportivo del diario Ta Nea. El presupuesto de los Eternos –como se conoce a los rivales Olympiacos y Panathinaikos– para los fichajes de esta temporada ha sido igual o superior que hace un año. Se han cerrado contratos millonarios como Patric Young, Nick Calathes o Miroslav Raduljica en baloncesto, Mikael Esien o Esteban Cambiasso en fútbol.
Los verdaderos damnificados son los jugadores griegos, la clase media que paga la factura mientras las estrellas extranjeras arrancan cláusulas especiales. Dos tercios de los jugadores de Primera y Segunda División recibe su sueldo de forma esporádica. Incluso los Eternos pagan con retraso. “Al acabar la temporada, muchos jugadores sólo han cobrado dos o tres salarios –explica Lefteris Mutis, periodista de Eurohoops.net–. Pero los griegos tienen pocas alternativas, porque las reglas para cambiar de equipo en la liga son muy rígidas. Sólo pueden irse del país”.
Tras seis años de crisis, hay muchos equipos endeudados y al borde de la asfixia. La brecha entre los primeros clubs y el resto crece. Para competir en la liga de baloncesto, por ejemplo, los equipos deben depositar un cheque de 100.000 euros. Los dos que ascienden a Primera pagan otros 240.000. Demasiado para muchos. “Estamos esperando a que comience la temporada para contar las bajas”, dice Mutis. Ante la emergencia, los responsables de la liga de baloncesto –mejor organizada que la de fútbol– se han reunido con el ministro de Deportes y el viceministro de Economía para pedir flexibilidad.
El deporte griego no tiene sólo un problema de números rojos. La violencia es una lacra que el Gobierno
“Puede que el club tenga dinero, pero es imposible que la situación del país no acabe afectándote”
de Syriza prometió erradicar tras una batalla en febrero en un Panathinaikos-Olympiacos. Se suceden los escándalos de corrupción. En junio, el presidente del Olympiacos, el armador Evanguelos Marinakis, dimitió y se le prohibió ejercer cualquier cargo deportivo al ser acusado de pertenencia a banda criminal, soborno, amaño de partidos e instigación a la coacción. Otros tres presidentes de clubs y el exjefe de la Federación de Fútbol están implicados en el mismo caso.
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