Arrimadas
David González ¿Se convertirá Inés Arrimadas, jerezana, de Jerez de la Frontera, en Cádiz, en la primera presidenta de la Generalitat y 131.ª titular del cargo desde Berenguer de Cruïlles (1359-62)? Lo sabremos pronto, si el resultado de las urnas es meridiano, o, quizás algo más tarde, en función de si ese mismo resultado permite más de una combinatoria en el futuro Parlament. Arrimadas sería la primera presidenta nacida en Andalucía pero no el primer presidente de la Generalitat moderna con tal condición, honor que le cupo a José Montilla, de Iznájar, entre el 2006 y el 2010. Incluso podría convertirse en inquilina del Palau sin ganar las elecciones, como sucedió con Pasqual Maragall en el 2003 y, de nuevo, Montilla en el 2006. Se trata de que gane 68 escaños en las urnas o los reúna en la Cámara, lo que, como dejó caer ayer en su debut la candidata de C’s en el Barcelona Tribuna de La Vanguardia, no juzga imposible aunque no aclaró si en la alternativa pluripartita que aspira a liderar entra o no el “independentista” Rabell. Hizo notar, además, que si CDC y ERC no se hubieran unido en la lista de Junts pel Sí, C’s disputaría la palma (¿en votos o en escaños?).
Frente a los apocalípticos, los de las masas “invisibles” –una cosa es ser invisible y otra no dejarse ver–, y los de los ocho apellidos de allí como (supuesta) licencia para no sé qué (¿de qué pides perdón, Pablo, si al parecer, no ofendiste a nadie?), Catalunya sigue siendo una fábrica de hacer catalanas y catalanes. Arrimadas, de padres salmantinos, llegó hace cinco años, habla un excelente catalán, y se declara catalana no de adopción sino “más bien de elección”. Ahí estamos: elegir. Cuando me pregunten qué quiere ser Catalunya, responderé: Arrimadas.