La Vanguardia (1ª edición)

Votos, escaños y bla, bla

-

La construcci­ón del relato es fascinante, tanto que los mitos han devorado a los hechos. Veamos los hechos: primero, Catalunya, a través de su mayoría parlamenta­ria absoluta, una mayoría social del 80% y el 90% de sus municipios, pide un referéndum. Es decir, pide poder consultar al pueblo sobre su futuro, y para ello quiere contar los votos. Además se aviene a hacerlo en cualquiera de las opciones que permite la ley, y para ello dedica tiempo y negociació­n para encontrar una salida consensuad­a. La respuesta es el no a todo, no a refrendar, no a votar, no a consultar y casi a no respirar si el aliento huele a demasiado catalán.

Segundo hecho: ante el no frontal del Estado, Catalunya decide, amparada nuevamente por abrumadora­s mayorías, hacer una consulta paralela, sin ninguna validez jurídica pero con una fuerte carga reivindica­tiva. El Estado no sólo se pone a la defensiva, sino que llega a la locura de imputar por cuatro delitos penales –uno de ellos con cárcel incluida– al presidente de la Generalita­t y a dos de sus consellers. Y el tercer hecho: dada la imposibili­dad de usar los

¿Quién tiene la bola para asegurar que un votante de Rabell no votaría sí en un referéndum?

mecanismos refrendari­os para consultar al pueblo, el presidente de la Generalita­t y la mayoría absoluta parlamenta­ria deciden dar un carácter plebiscita­rio a las autonómica­s. Es decir, el hecho es inapelable: a Catalunya le niegan la posibilida­d de contar las mayorías por los votos.

Lo cual tiene una consecuenc­ia inmediata: sólo puede contar las mayorías por escaños, porque ese es el callejón al que nos han enviado.

Pero como siempre es mejor un mito que un hecho, ahora resulta que los que no nos permiten votar en referéndum nos acusan de no querer contar los votos, cuando nos han obligado a contar escaños, en una pirueta dialéctica que emula al laberinto del Minotauro. La cuestión es: ¿cómo se cuentan votos si no se permite un referéndum? Porque es evidente que todos los que voten a Junts pel Sí o a la CUP están a favor de crear un Estado catalán, pero nadie puede considerar que los votantes de otras formacione­s no lo estén. Sencillame­nte, porque no han podido responder a la pregunta concreta y han tomado otros caminos. ¿Quién tiene la bola mágica para asegurar que un votante de Rabell o de Iceta o Espadaler no votaria sí en un referéndum? ¿Cómo lo saben? Y ahí está el embrollo, que no nos permiten contar los votos, nos obligan a contar los escaños y si tenemos mayoría absoluta de escaños quieren obligar a contar unos votos que son incontable­s, porque no sabemos qué significan.

Lo cual, aparte de un embrollo, es una burda trampa. No, señores. Si quieren votos, permitan hacer un referéndum, que es la única manera de conocer el sí y el no. Si son elecciones, el partido que tiene la mayoría absoluta tiene el mandato democrátic­o para iniciar su proceso.

Lo contrario es tan raro como pedir que se imponga el programa de los que han perdido.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain