Haciendo volar unicornios
Alguien dijo que si la oportunidad no llama a tu puerta, fabrícate una puerta. En los últimos años nuestro ecosistema emprendedor ha fabricado la suya. Ha sido capaz de atraer capital internacional especializado. Operaciones recientes de inversión en su segmento más vinculado al apoyo a emprendedores innovadores confirman dicha tendencia de inversión en sectores como el tecnológico y el de las ciencias de la vida.
Ejemplos recientes incluyen operaciones de inversión internacional en compañías jóvenes, algunas con potencial de unicornio, como Wallapop, SocialPoint, Sanifit, Stat Diagnostica o Wuaki.TV, todas ellas con inversores internacionales de relevancia: Balderton (Reino Unido), Accel Partners (EE.UU.), Boehringer Ingelheim (Alemania), Edmond de Rothschild (Francia), Rakuten (Japón); inversores respetados, con experiencia sectorial y que contribuyen así a la credibilidad y visibilidad de nuestro ecosistema.
Desde mi trabajo en Ysios Capital o mi involucración en Barcelona Global, me permito apuntar a dar alguna respuesta a la pregunta: ¿qué tenemos y qué nos falta para seguir en la misma dirección del fomento y el apoyo firme a aquellos emprendedores de talento que quieren convertir su sueño en realidad?
Algunas respuestas giran en torno a las teorías que habitualmente figuran en los libros de gestión apuntando a los clásicos aspectos vinculados con el hardware del ecosistema: industria tractora, buenas universidades (UPF, UB, etcétera) y escuelas de negocios (Esade, Iese, etcétera), programas públicos de apoyo al emprendimiento (CDTI, ICF, etcétera). Aquí se han hecho las cosas bastante bien, tan sólo faltan algunos ajustes.
Pero en conversaciones con inversores también
“Si la oportunidad no llama a tu puerta, fabrícate una puerta; es lo que ha hecho nuestro ecosistema emprendedor”
se perciben aspectos más del software del ecosistema; por ejemplo, una mayor dosis de confianza que desglosaría en dos confianzas, puertas adentro y puertas afuera.
Con confianza puertas adentro me refiero a una firme apuesta, desde el ámbito privado, por nuestras compañías jóvenes. Muchos de los científicos e ingenieros que emprenden lo hacen con profesionalidad, honestidad y visión; pueden fallar otras cosas, pero debemos confiar socialmente en nuestro propio ecosistema: más inversión privada articulada en forma de angel investors o capital riesgo para llegar a cotas parecidas a otros ecosistemas de éxito (como Silicon Valley o Israel) y más divulgación de la mano de medios de comunicación, económicos y generalistas.
La confianza puertas afuera tiene que ver más con generar confianza hacia aquellos que nos escogen como destino de sus apuestas y esa confianza está relacionada con aspectos tan aparentemente superficiales como la hospitalidad o el dominio del inglés, temas estructurales como disponer de buenas comunicaciones y obviamente con cuestiones institucionales como la seguridad jurídica o una burocracia ágil y simplicada. Debemos profundizar desde el sector público y privado en generar mayor esa mayor confianza ya que la innovación, el talento y el capital no entienden de fronteras, viajan allí dónde se les respete, se les reconozca y se les valore como herramientas que contribuyen al progreso social y económico de cualquier país.