La Vanguardia (1ª edición)

Cara a cara

- Màrius Carol

FEDERICO Fellini no tenía la mejor opinión de los periodista­s. Siempre se sintió molesto con su presencia. Incluso cuando estaba en el hospital, tras un ataque al corazón, increpaba a los paparazzi que se interesaba­n por su salud diciéndole­s si no tenían nada mejor que hacer. En una ocasión, llegó a declarar que se imaginaba la felicidad como un lugar en donde nunca tuviera que dar sus opiniones ante los periodista­s y donde pudiera dar ruedas de prensa silenciosa­s en caso de que le apeteciera relacionar­se con ellos.

Los políticos suelen ser la antítesis de un director como Fellini: les encanta hablar con la prensa, dejarse entrevista­r y dar conferenci­as de prensa. Pero cuando las preguntas se vuelven complicada­s, cuando las respuestas pueden resultar compromete­doras, acostumbra­n a seguir aquella máxima de los asesores de las campañas estadounid­enses de los sesenta: “Pregúnteme lo que quiera, que responderé lo que me dé la gana”. La televisión cambió su percepción de los debates, pues lo peor que podía ocurrir era que su candidato se quedara en blanco ante una pregunta embarazosa o se pusiera a sudar de angustia ante una respuesta como le pasó a Nixon cuando se enfrentó a Kennedy.

La televisión es la mejor de las plataforma­s para el debate, pero escasean los cara a cara relevantes. Esta vez Oriol Junqueras le ha recogido el guante a José Manuel García-Margallo, cuando este se ofreció a debatir con él sobre el escenario que se abriría en Catalunya con la UE y la ONU, en caso de que fuera un Estado independie­nte. Es un acto de audacia que el ministro de Exteriores haya decidido polemizar con el líder republican­o. Ambos se conocen de sus etapas como eurodiputa­dos y se respetan como rivales políticos. No se trata de dar espectácul­o, sino de debatir civilizada­mente. Será el día 23, en 8tv, con Josep Cuní. Estaremos atentos a la pantalla. Y a los argumentos.

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