Volkswagen reconoce que trucó 11 millones de coches
El Gobierno alemán crea una comisión de investigación, mientras Francia e Italia piden explicaciones
Berlín. Corresponsal Los motores diésel trucados de Volkswagen (VW) amenazan con dañar no sólo a la compañía, sino a la reputación de buena calidad de los productos made in Germany, y de rebote a la industria del automóvil en general. La empresa alemana de automoción admitió ayer en un comunicado que once millones de sus vehículos vendidos en todo el mundo están equipados con el software para burlar los controles de gases contaminantes detectado por Estados Unidos. El Gobierno germano decidió tomar cartas en el asunto creando una comisión de investigación ad hoc, y el Bundestag debatirá mañana el caso.
En esas, Volkswagen vivió una segunda jornada negra en la bolsa de Frankfurt, tras el desplome del lunes. Ayer cayó un 16,8%. En dos días, el gigante alemán del motor ha perdido más de un 35%, lo que implica el adiós a 25.000 millones de euros de capitalización bursátil.
El parquet se encabritó de nuevo al admitir ayer Volkswagen que “las investigaciones internas muestran que el software en cuestión estaba también presente en otros vehículos diésel del grupo”. La investigación estadounidense ha señalado a las marcas VW y Audi como portadoras de motores diésel EA189 con un software para burlar los controles de gases, pero Volkswagen tiene doce marcas de coches y camiones, entre ellas Seat y Skoda. En su nota, VW aseguró que sus nuevos vehículos con motor diésel EU6, actualmente a la venta en la Unión Europea, cumplen todos los requisitos medioambientales.
Pero el baldón se va extendiendo por el mundo. Corea del Sur anunció que investigará los VW diésel vendidos en su territorio, mientras dos países europeos alzaban tam- bién la voz. El ministro de Finanzas francés, Michel Sapin, reclamó una investigación a nivel europeo. “Somos un mercado europeo con reglas europeas; eso es lo que debe ser respetado”, dijo a la radio Europe 1.
También el Ministerio de Transportes de Italia hizo saber que indagará, y pidió explicaciones a VW y a la Oficina Federal de Vehículos a Motor de Alemania (KBA) sobre “si los actos ilegales que se han dado en Estados Unidos, donde la reglas de homologación son diferentes, han podido darse en Europa durante las homologaciones por parte de la autoridad alemana equi- valente, y si los vehículos han sido comercializados en Italia”. Volkswagen vendió el año pasado 10,1 millones de coches en todo el mundo. En Estados Unidos se ha abierto ahora una investigación penal.
Mientras, la canciller alemana, Angela Merkel, exigió “transparencia total” e hizo votos por que en “esta compleja situación estén todos los hechos sobre la mesa lo antes posible”. Y el Ministerio de Transportes creó una comisión de investigación dirigida por el secretario de Estado de Transportes, Michael Odenwald.
VW anunció también una provisión de 6.500 millones de euros en sus cuentas del tercer trimestre para afrontar lo que se le viene encima, cantidad que podría verse obligada a incrementar. Volkswagen, con 600.000 empleados en todo el mundo, tuvo en 2014 una cifra de negocios de 200.000 millones de euros, pero podría tener que pagar multas por valor de hasta 18.000 millones de dólares (es decir, unos 16.000 millones de euros).
Hay también inquietud por el descrédito que el caso Volkswagen puede suponer para el made in Germany, y para la industria alemana en general. “El made in Germany ha sido siempre serio, sincero, y hasta ahora nunca había engañado ni defraudado”, declaró el experto en automóviles Ferdinand Dudenhöffer a Afp. Marcel Fratzscher, presidente del instituto de investigación económica DIW, dijo al diario Bild que “otros exportadores pueden sufrir”. El terremoto de Volkswagen arrastró a otras compañías automovilísticas en las bolsas europeas. En la de Frankfurt, BMW perdió un 6% y Daimler un 7%. En la de París, Renault bajó 7,1% y Peugeot 8,8%, mientras que en la de Milán, Fiat Chrysler cayó más del 6%.
Angela Merkel exige “transparencia total”, y el Ejecutivo crea una comisión investigadora Economistas y prensa alertan del daño a la reputación de calidad del ‘made in Germany’