Las listas del ‘no’ tantean posibles acuerdos tras las elecciones
El PP pide un frente que el PSC rechaza y Unió plantea presionar juntos en Madrid
La oposición al proyecto independentista no es unívoca, ni su estrategia unánime, ni sus intereses comunes. Menos todavía si la fecha marcada en rojo en el calendario va más allá del 27 de septiembre y el destino final es la Moncloa. Pero en unas elecciones “diferentes”, según Mariano Rajoy; plebiscitarias, según Artur Mas, los matices se diluyen hasta el punto de convertir el frente anti Junts pel Sí en lo más parecido al perro del hortelano. Ni come ni deja comer. O un ni contigo ni sin ti. La unidad contra la independencia no hace la fuerza, sino que fijará las posiciones de salida para las elecciones generales.
El Gobierno central ha hecho un despliegue inédito de recursos para contrarrestar el proyecto soberanista y, tras la concatenación de pronunciamientos de los sectores económicos, el PP ha pedido a todos sus cargos que hagan hincapié en el riesgo de que Catalunya acabe condenada a un corralito si se independiza. Pero forjar una alternativa política a Junts pel Sí es otro cantar.
Se requieren los escaños suficientes y una confluencia de intereses políticos más heterogénea que la candidatura independentista de CDC, ERC y las entidades soberanistas. Al margen de sus dudas sobre el mantenimiento de la nacionalidad española de los residentes en una Catalunya independiente, Mariano Rajoy sí cree que, excepcionalmente, es posible
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una alternativa a la lista más votada frente a quienes quieren “la ruptura de las reglas del juego”. El líder del PP tiene por “regla general” que gobierne la lista más votada y así lo reivindicó en las elecciones autonómicas y municipales de mayo. No obstante, siempre se puede echar mano de la excepción para confirmar la regla… La posición del Gobierno es férrea: “Ni los escaños ni los votos” sirven para “legitimar una operación ilegal” y, en el caso catalán, el presidente considera que es “sensato y razonable” buscar alianzas con el resto de fuerzas políticas.
Desde esa premisa el candidato del PP, Xavier García Albiol, fue el primero y sigue insistiendo en que habrá que colaborar con ciudadanos y con el PSC en defensa de la unidad de España tras las elecciones del domingo. Las encuestas sitúan las perspectivas electorales de Albiol en el Parlament entre la tercera y la cuarta fuerza política por lo que ahora prefiere no entrar en el reparto de papeles de esa hipotética colaboración. El candidato se limita a señalar que esos tres partidos están obligados a dejar de lado sus diferencias y trabajar juntos para que nadie “separe a Catalunya del resto de España”.
El problema es que, igual que los socialistas y Unió recomiendan a Artur Mas que espere a después de las elecciones generales antes de dar los primeros pasos de la hoja de ruta independentista, Pedro Sánchez y Albert Rivera necesitan llegar con las manos libres hasta los comicios de diciembre.
La prueba de que los partidos con referente estatal juegan la partida catalana como primarias de las generales es que Pablo Iglesias interpela directamente al líder de Ciudadanos por los pactos de las generales y no por lo que pueda hacer en Catalunya. “Espero que el candidato separatista de ‘Coleta Morada’ no haga el indio y apoye a Inés Arrimadas antes que a Mas”, escribió ayer Rivera en Twitter. “No votaremos a Mas ni pediremos apoyo a Arrimadas. ¿Puede asegurar Pájaro Naranja que no investirá a Mariano Rajoy?”, replicó el líder de Podemos. Las pullas entre Albert Rivera y Pablo Iglesias no son nuevas. Ciutadans presenta a la candidatura que incluye a Podemos en Catalunya como independentista y los de Iglesias sitúan a Rivera como el lifting del PP.
En medio de la batalla de los jefes, Arrimadas ha convertido en virtud de su segunda posición en las encuestas y su discurso pasa irremediablemente por instar al resto de fuerzas contrarias a la independencia a que la apoyen frente a la candidatura de Artur Mas. Nada de gobiernos de concentración, un apoyo externo a la primera lista no independentista.
Pero el PSC de Miquel Iceta y la Unió de Ramon Espadaler rehúyen de los frentes. El candidato socialista considera “oportunista y poco creíble” la propuesta de gobierno alternativo de Rajoy y se siente mucho más cómodo con la oferta de Unió: un Govern de concentración con todos aquellos que quieran elaborar una propuesta catalana para negociar en Madrid las relaciones entre Catalunya y España. Es la “otra posibilidad” que puso ayer sobre la mesa Espadaler como garantía de estabilidad para aprovechar la recuperación económica.
Sin mirar a ni a sus exsocios, en Junts pel Sí han pasado al choque directo con Rajoy. “A ver, don Mariano, pregunta difícil, muy difícil sobre todo para licenciados en Derecho: un ciudadano nacido en el Estado español con nacionalidad española y que vive en un país extranjero ¿pierde nacionalidad? Y dice ‘¿y la europea?’. Fantástico”, afirmó Artur Mas alimentando el nuevo estilo impuesto a sus discursos.