La Vanguardia (1ª edición)

De La Habana a Santiago

Francisco aterriza en Washington, tras un viaje simbólico de concordia universal

- EUSEBIO VAL

El papa Francisco mantiene el tono moderado de toda su visita a Cuba y define la misión de la Iglesia católica como “una revolución de la ternura”, consagrada a preservar la unidad del pueblo.

Francisco, en su despedida de Cuba, mantuvo ayer el tono moderado de toda su visita y definió la misión de la Iglesia católica como “una revolución de la ternura”, consagrada a preservar la unidad de los cubanos, a “tender puentes, romper muros y sembrar reconcilia­ción”. El Papa aterrizó horas después en Washington. Su viaje a la capital de Estados Unidos, su trayecto del sur al norte, entre dos países que protagoniz­aron uno de los enfrentami­entos más ásperos de la guerra fría, fue, por sí solo, un poderoso mensaje de concordia universal.

Temprano por mañana, en Santiago de Cuba, Francisco había oficiado la última misa, en el santuario de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de la isla antillana. El Pontífice aprovechó la oportunida­d para recalcar la tradición católica cubana, pese al ateísmo oficial que propugnó el régimen revolucion­ario instaurado por Fidel Castro en 1959. Obviamente, Jorge Mario Bergoglio no aludió de modo directo a esa política, luego rectificad­a. Sí dijo, no obstante, que “el alma del pueblo cubano fue forjada entre dolores, penurias que no lograron apagar la fe, esa fe que se mantuvo viva gracias a tantas abuelas que lo siguieron haciendo posible, en lo cotidiano del hogar”. Ese homenaje a las abuelas cubanas, a su “valentía”, reviste una gran importanci­a, pues es cierto que muchos católicos actuales en la isla lo son gracias a esa transmisió­n intergener­acional. El Papa –cuya propia abuela italiana era también muy religiosa, como a menudo gusta recordar– subrayó que las abuelas “mantuviero­n abierta una hendija pequeña como un grano de mostaza por donde el Espíritu Santo seguía acompañand­o el palpitar de este pueblo”.

El objetivo del Papa y del Vaticano es que la Iglesia católica, además extender su misión puramente pastoral, contribuya de la mane- ra más efectiva posible a la cohesión cubana, a la convivenci­a en paz, ante la difícil etapa que se abre. La normalizac­ión de relaciones con Estados Unidos, el probable fin del embargo, es una noticia muy positiva, si bien plantea a medio plazo cambios sociales, políticos y económicos que pueden ser traumático­s. Cuba es un país que ha vivido una experienci­a única de plaza asediada por la mayor potencia mundial, de socialismo caribeño, de hegemonía absoluta de los Castro y de nutrido exilio exterior.

Ante eso, Francisco aseguró que “nuestra revolución pasa por la ternura, por la alegría que se hace siempre proximidad, que se hace siempre compasión y nos lleva a involucrar­nos, para servir, en la vida de los demás”. “Nuestra fe nos hace salir de casa e ir al encuentro de los otros para compartir gozos y alegrías, esperanzas y frustracio­nes –prosiguió el Pontífice–. Nuestra fe nos saca de casa para visitar al

Insólita acogida privada al Pontífice de Obama y Biden, con sus familias, antes del acto oficial de hoy

enfermo, al preso, al que llora y al que sabe también reír con el que ríe, alegrarse con las alegrías de los vecinos”. “Como María, queremos ser una Iglesia que sirve, que sale de casa, que sale de sus templos, de sus sacristías, para acompañar la vida, sostener la esperanza, ser signo de unidad –concluyó Francisco–. Como María, Madre de la Caridad, queremos ser una Iglesia que salga de casa para tender puentes, romper muros, sembrar reconcilia­ción. Como María, queremos ser una Iglesia que sepa acompañar todas las situacione­s ‘embarazosa­s’ de nuestra gente, comprometi­dos con la vida, la cultura, la sociedad, no borrándono­s sino caminando con nuestros hermanos”.

A pie del avión, en la base militar de Andrews, cerca de Washington, lo acudieron a recibir, de forma privada, las familias del presidente Barack Obama y del vicepresid­ente Joe Biden, un gesto insólito de cortesía y calor humano. La ceremonia oficial de bienvenida tendrá lugar hoy por la mañana en los jardines de la Casa Blanca ante unos 15.000 privilegia­dos invitados.

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KEVIN LAMARQUE / REUTERS El papa Francisco saluda a unos niños a su llegada a Washington, donde fue recibido por el presidente Obama junto a su familia
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