Houdini, otra vez
Antes de las elecciones, el independentismo catalán ya ha ganado una batalla: la del coraje. Mas puede tener muchos defectos (y yo mismo he descrito su adicción a las apuestas, su tendencia a romper los pactos, su egocentrismo). Pero, con una querella en la espalda, no puede ser tachado de cobarde. El momento es de máxima gravedad, pero el presidente Rajoy vuelve por donde solía: se protege detrás de los suyos a la espera de que pase el tiempo. Obama, el Rey, la banca, Juncker y hasta el cardenal Cañizares rezan para que los catalanes no voten a favor de la ruptura: el menos fervoroso de todos es, sin embargo, el jefe de gobierno. Rajoy siempre olvida que el coraje de un líder es imprescindible para la moral de la tropa. Sabemos por qué Rajoy no mueve un dedo: una crisis institucional en España por culpa de los catalanes será argumento de gran éxito en las generales de fin de año.
De todos los que se enfrentan al independentismo, Rajoy es el más indiferente y calculador. Si el coraje de Mas anima a los independentistas, la calculadora de Rajoy desencanta a todos: a catalanes y a españoles. La tranquilidad con la que ayer quedó en blanco en una entrevista en Onda Cero demuestra que Rajoy ya no cree ni necesario estudiar los temas. Entiende la política a lo Houdini, aquel mago capaz de desligarse de todo tipo de cadenas y ataduras. Rajoy se desvincula de los problemas esperando que se pudran en manos de la ciudadanía: ¡Abandonad toda esperanza!, dice Rajoy con ironía dantesca. Yo nunca arreglaré nada. Ni acción ni solución y, de postre, en las generales, no os quedará más remedio que aguantarme como mal menor.
MARIANO RAJOY ¡Abandonad toda esperanza!: yo nunca arreglaré nada, parece decir con ironía dantesca