ETA expira
ETA bloqueó una parte del debate español; sin terrorismo ha emergido la cuestión de Catalunya
Lo poco que queda de ETA recibió ayer un duro golpe. Lo explica tres páginas más adelante Florencio Domínguez, el periodista que mejor conoce la trayectoria de la organización terrorista. En cooperación con la Guardia Civil, la policía francesa detuvo en Saint Étienne de Baigorri (País Vasco francés) a Iratxe Solázabal, Ezpe
la, y a David Pla, Mintxo, considerados los dos principales dirigentes de un grupo todavía armado en vías de extinción. El último atentado mortal de ETA tuvo lugar hace cinco años y seis meses. 16 de marzo de 2010, asesinato del policía francés Jean-Serge Nérin en un tiroteo en la localidad de Dammarie-lès-Lys, tras ser sorprendido un comando que intentaba robar en un concesionario de coches.
“Estos dos últimos arrestos son el certificado de defunción de ETA”, declaró ayer el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz. ETA aún no ha desaparecido, quizá no se produzca jamás un acto formal de rendición, pero su extinción es irreversible.
Cinco años sin terrorismo en España. Seis años en realidad, puesto que el último atentado en territorio español tuvo lugar el 30 de julio del 2009 en Calvià (Mallorca), cuando una bomba lapa adosada en los bajos de un automóvil mató a los guardias civiles Carlos Sáenz de Tejada y Diego Salvá . Un tiempo que se resume en la fotografía que ilustra esta página: el 10 de enero del 2011, tres encapuchados anunciaban un “alto el fuego permanente, ge- neral y verificable”. Parece que haya pasado una eternidad.
Paradojas de España. El mismo día que expira ETA, el arzobispo de Valencia, cardenal Antonio Cañizares, convoca una vigilia de oración por la “unidad de España” ante las inminentes elecciones en Catalunya. (Gesto que hay que leer con la debida atención. Cañizares, el alto prelado más próximo al actual Gobierno, viene a censurar la decisión de la cúpula de Conferencia Episcopal de mantenerse en silencio ante la cita electoral del 27-S, tras la nota emitida hace quince días por los obispos catalanes, con tonos conciliadores).
ETA expira, el País Vasco vive una de las etapas más tranquilas de su historia, y Catalunya, antiguo y equívoco “oasis”, debate sobre la independencia en una electrizante campaña electoral. ETA se va por el desagüe de la historia y el independentismo catalán, pacífico y hasta la fecha respetuoso con el orden democrático, intenta conseguir una clara mayoría electoral.
España y la pena de Sísifo, el personaje mitológico condenado por los dioses a comenzar siempre de nuevo. Cuando consigue llevar la piedra hasta la cima, esta vuelve a rodar ladera abajo.
La de Sísifo sería una lectura muy fatalista. Propongo otra: la violencia de ETA envenenó el tránsito de España a la democracia. Excitó a las fuerzas regresivas, alentó a los militares con instintos golpistas y obligó a redactar una Constitución con muchas zonas de ambigüedad y contradicción. ETA congeló el debate sobre las nacionalidades. Desaparecido el terrorismo, la discusión taponada surge a borbotones. No es nada extraño.