La Vanguardia (1ª edición)

Cultura y otros asuntos

- Jordi Llavina

En los debates (dimes y diretes) sobre los comicios del próximo domingo no se oye para nada hablar de cultura. Parece que antes hay un sinfín de temas mucho más urgentes que cabe atender. Tampoco me imagino a García Albiol –que maltrata, por igual, el catalán y el castellano– reflexiona­ndo sobre nuevos modelos culturales. Ni veo en este mismo papel a Rabell, cuyo esforzado asesor de imagen ha cometido el craso error de obligarle a meterse la camisa dentro del pantalón.

Hay un aspecto acaso menor, pero que no está de más recordar: en una Catalunya independie­nte, la literatura de expresión catalana podría finalmente aspirar a tener algún día un premio Nobel. De otro modo, resulta difícil. Años atrás, el Parlament aprobó una proposició­n no de ley que em- plazaba al Gobierno catalán a apoyar la candidatur­a de Miquel Martí i Pol para el Nobel. Dudo que aquella acción fuese demasiado oportuna. Pero es que, sin el apoyo de un Estado, ¿qué puede esperarse?

Si nos guiamos por criterios de estricta calidad literaria, es inconcebib­le que la literatura en catalán no haya recibido jamás la más alta distinción literaria. Lo es que no la tenga Josep Carner –uno de los mayores poetas europeos del siglo XX (tan inconcebib­le, por lo menos, como que no la recibiera Borges)–. Lo del Nobel puede parecer caprichoso (interviene­n, en su adjudicaci­ón anual, demasiados factores extraliter­arios). En 1922 lo ganó Jacinto Benavente. Sin embargo, al año siguiente el premio volvió a brillar: W.B. Yeats. En 1929 se lo llevó el coloso Thomas Mann; y en 1946, Hermann Hesse, más popular que aquel, pero incomparab­lemente menor. La nómina –que muestra una clara hegemonía del mundo anglosajón– ha reconocido a gigantes como Eliot, Faulkner, Hemingway, J.R. Jiménez, Pasternak, Quasimodo, Steinbeck, Seferis, Kawabata, Neruda, Montale, Canetti, Heaney, Munro... Pero también a autores cuya obra está muy por debajo de la potencia creativa de la de los citados.

En el panorama de la literatura en lengua catalana del XX, hay varios nombres que, por la importanci­a y gravedad de su obra, merecían el Nobel. Carner, ante todo. Pero también Riba y Foix. Pla, sin duda, y Rodoreda. Vinyoli y Estellés. Más para acá, Moncada. Si Catalunya cuenta un día con un Estado, no sé si será más fácil tener un primer Nobel de expresión catalana. Pero, como mínimo, no será tan difícil.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain