La Vanguardia (1ª edición)

“Volveré a buscar a mis padres”

Nour, refugiada y viuda con tres hijos, se hace cargo de Djudo, que huyó solo de RCA

- R.M. BOSCH Sido

Estaba en el campo y vi llegar a los anti-Balaka a mi pueblo, Yaloke. Empezaron a atacar, entraban en las casas... En ese momento pasaba un camión del ejército de Chad, tenía miedo y sin pensarlo me subí”. Djudo Said Alkaly, de 15 años, huyó de RCA a bordo de uno de los convoyes enviados por el Gobierno de Yamena para rescatar a centroafri­canos de origen chadiano. “Me dejaron primero en Camerún y luego, en diciembre de 2014, me trajeron aquí, al campo de retornados de Maingama”, explica con extrema timidez este adolescent­e que no ha vuelto a ver a sus padres ni a sus tres hermanos.

Una oenegé local, IHDL, ayuda a estos niños que llegan solos a encontrar una familia que los acoja mientras buscan a algún pariente que pueda hacerse cargo de ellos. En Maingama, Nour al Houda, madre de tres chicos de 11 a 18 años, también refugiada, lo ha recibido con los brazos abiertos. “Por propia experienci­a, pues mataron a mi marido, sé lo que supone para un niño crecer sin un padre, por eso acepté que viniera a vivir con nosotros”, explica Al Houda.

Esta mujer no se beneficia de ninguna ayuda extra por tener a su cargo a Djudo, excepto los nueve euros mensuales que cada miembro de la familia recibe del Programa Mundial de Alimentos para comprar comida.

Después de meses de miedo y angustia, Djudo ha tenido buenas noticias, sus padres han sido localizado­s en Camerún, pero no sabe nada de la suerte que han corrido sus tres hermanos.

Sólo en los campos habilitado­s para los retornados en el sur de Chad, Unicef ha contabiliz­ado unos 700 menores sin la compañía de adultos. Chaibou Mahmat, también de 15 años, es otro de ellos. Evita mirar a los ojos de sus interlocut­ores, habla en voz baja y con extrema prudencia. Luce una camiseta gastada del Chelsea y va descalzo. “No sé si mis padres están vivos o muertos, un hermano murió, del otro no sé nada, y mis dos hermanas, casadas, siguen en RCA”, cuenta cabizbajo. Aquí, en Sido, comparte casa con otro chico centroafri­cano, no va a la escuela y sobrevive vendiendo pan y con la pasta de mandioca y el arroz que le dan otros retornados de vez en cuando.

“Llegué aquí hace dos años, cuando tenía trece y los anti-Balaka entraron en mi pueblo. Me fui solo a Bangui y allí me rescató el ejército de Chad. Quiero regresar a RCA para buscar a mis padres”, susurra.

La escolariza­ción de estos menores retornados, y también de los locales, es uno de los retos

La cumbre sobre Desarrollo Sostenible de Nueva York debe abordar el futuro de los desplazado­s

en un país donde sólo el 39% de los niños acaba la educación primaria. Una cifra extremadam­ente baja teniendo en cuenta que uno de los Objetivos de Desarrollo del Milenio era alcanzar este año el 100%. La escolariza­ción y la crisis de los refugiados, los del Mediterrán­eo y los que malviven en el resto del mundo, son temas que deberán abordar los gobernante­s que acudan a la cumbre sobre Desarrollo Sostenible que la ONU celebra a partir del viernes en Nueva York.

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ROSA M. BOSCH Djudo Daid Alkaly junto a Nour al Houda

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