‘Forbes’ señala la decadencia de Moss
‘Sólo’ ganó 4,5 millones de dólares, la mitad que el año anterior
La crueldad de las matemáticas, por su rigor numérico, es el argumento utilizado por Forbes para señalar que Kate Moss ha iniciado el camino de su decadencia. Total porque, en su anual lista de dinero recaudado, la revista la coloca en el lugar número 13 detrás de otras veteranas ilustres (Karlie Klos, Joan Smalls, Natalia Vodianova, Doutzen Kroes, Miranda Kerr, Lara Stone o Alessandra Ambrosio), y por supuesto la nueva (ya no tanto, pero sí la más reciente) Cara Delevingne, que se ha colocado en el segundo lugar compartiendo posición con Adriana Lima, y facturando nueve millones cada una, lejos, no obstante , de los 44 de se ha embolsado Gisele Bündchen, que reina de nuevo en las recaudaciones.
De todos modos, la cifra que ha ganado Moss, 4,5 millones de dólares, no es para decir que está acabada ni mucho menos, pero sí que el camino hacia la despedida podría estar en su hoja de ruta. Sobre todo por el bajón experimentado en un año, en el que saltó del cuarto lugar a esta plaza número trece compartida con Daria Werbony, Carolyn Murphy y Liu Wen.
No se trata de una decadencia física, aunque ese bajón monetario puede estropear una carrera en la que Moss ha superado todo tipo de obstáculos gracias a un magnetismo especial que no emana de su discutible belleza, de una descongelada elegancia y de un carácter a ratos insoportable y a veces peor. Moss es un conjunto atractivo que nace en su actitud provocativa, de arañar el paisaje y pisar firme no importa sobre qué superficie. Moss desprende vida, insolencia, descaro, desafío, provocación: todas aquellas cosas que, sin ser vicios, todos quisiéramos, por edu- cación, convertirlas en virtud y utilizarlas a voluntad. Esa es la herencia que ha dejado a su estimada sucesora, Cara Delevingne, y que la chica de las cejas aprovecha con gran habilidad. Una fuerza de la que carecen las Jenner, Hadid, Baldwin (el plural va referido a que van en lotes familiares), y que inciden en el sexo como punto de apoyo para venderse. Quizá no sepan que empieza a ser un valor en desuso por exceso, arbitrariedad y costumbre de utilización que lo convierten en deseo rutinario carente de atractivo.