A piernas abiertas
‘En mi casa o en la tuya’ (La 1), Bertín Osborne sigue luciendo la entrepierna más televisada de la derecha española
Bertín Osborne sabe abrir las piernas. Y por contraste mental, en la pantalla rememora aquel poema dedicado a una mujer que sabía cruzar las piernas. En ambos géneros y casos, es un arte que parece fácil pero no lo es. Además, Norberto Juan Ortiz Osborne, nacido en Jerez de la Frontera hará poco más de sesenta años, es alto, rubio y rico. Tal y como querían ser muchos españoles hijos del subdesarrollo cuando llegó el desarrollo transitorio. Vástago de una estirpe aristocrática, resultó salir la oveja rara que abandonó sus estudios en refinados colegios, se fue de casa y se dedicó a cantar en discotecas y a otros oficios, incluido el de representante de Sofico, la madre de las grandes estafas inmobiliarias en tiempos del general Franco. Años después, Bertín sería condenado por un alzamientos de bienes. En su primer disco, cosecha del 1981, cantaba: “Y no se asoma el sol a nuestra ventana y es que tal vez no habrá mañana”. Pero salió el sol aunque fuese por Antequera y ahora visita casas y recibe visitas en la suya para hacer entrevistas televisadas.
Abuelo de seis nietos procedentes de sus señoras de renombres nobiliarios, su carrera televisiva se inició en una telenovela mexicana, hasta que en 1992 debutó en la nocturnidad de Telecinco en un programa de parejas atrevidas titulado Contacto con tacto, y se hizo célebre. Fichó luego para Antena 3, y presentó concursos para mayores y niños como Lluvia de estrellas, Menudas estrellas, Esos locos bajitos o Trato hecho. Se paseó posteriormente por Canal 9 con Un beso y una flor, se lució con El gato al agua, Bertiñiños y Noche de bodas en la extinta Intereconomía. Y brilló ideológicamente en el debate político de Telecinco, Un tiempo nuevo.
A lo largo de todos esos espacios y los que vendrán, Osborne siempre se sienta con las piernas muy bien abiertas, cosa que, según los manuales de estilo no se hace, ya que distrae la atención del mensaje, aunque no haya mucho mensaje. De natural simpático, con gracia inteligente y cultivada, estilo de galán y elegante, consciente de que atrae a las señoras y eso no es culpa suya aunque no se le perdone, se declara de derechas porque considera que ser de derechas no es delito, diga lo que diga el rojerío. Liberal en las costumbres, eso sí lo tiene.
Buen porte, agradable y experta voz, encantador y seductor, le gustan el vino, las mujeres, los caballos, el buceo y el pádel, que es más de derechas. Conde de Donadío de Casasola, suma una veintena de discos con títulos entre clásicos, nostálgicos y enamoradizos. Se adentró una vez en el teatro de humor y por el momento no ha reincidido. Viéndole tantos años espatarrado en los sofás de programas de sofá y mesa camilla, se verifica la tesis de que comunicar es seducir. Y si el medio es el mensaje, la apertura de piernas de Bertín emite señales, signos y símbolos dignos de otro tratado semiótico de Umberto Eco sobre el continente y el contenido. Porque se le intuye algo de torero y primera espada, aunque sin traje de luces.