¡Karmele y cierra España!
Aunque llevamos ya tres debates sumarísimos dándole vueltas a lo de siempre, lo que ningún partido o coalición se ha atrevido a plantear hasta la fecha es si en una hipotética Catalunya independiente podremos o no participar en el Festival de Eurovisión. A la espera evidentemente de lo que llegado el caso haga la hasta la fecha siempre neutral Andorra, y más allá de que nos terminen otorgando sus puntos las repúblicas balcánicas por eso de la solidaridad a prueba de vetos, o de que nos los denieguen en bloque Francia, Alemania o la Pérfida Albión (lo de los despechados españoles ya veremos cómo acaba), lo que a nadie se le escapa es que la verdadera pregunta del millón (quinientos mil según la Guardia Urbana) tiene que ver con quién acabará defendiendo nuestros colores de cara a la próxima edición de tan lentejuelero certamen.
Al menos toda una generación de catalanes y catalanas malalts de tele crecimos creyendo que, llegado el geopolítico momento, el elegido no sería otro que el inasequible al desaliento Josmar, un artista a nuestro pesar tan inclasificable en sus musicales formas como adelantado a su identitario tiempo. Craso error. Mucho me temo que una vez vista la que han montado esta misma semana los de Interviú a golpe de polémica portada, al voluntarioso Josmar no le quedará más remedio que seguir presentándose como extra a los gerundenses castings de Juego de tronos si aspira a conseguir un nuevo minuto y medio de gloria. Más que nada porque para eso de nuestra candidatura en Eurovisión ya nos sobra y nos basta con el talento natural de la mucho más experimentada e igualmente estrafalaria Karmele Marchante, la autoproclamada nueva musa del independentismo a calzón quitado. Experiencia como eurovisiva aspirante desde luego no le falta. Repertorio petardo-mix tampoco.
Este mismo lunes, los tertulianos de casi todas las cadenas se preguntaban si realmente hacía falta que Karmele se sacrificase tanto por su querido país. De hecho, viéndola empeñada en guiar al pueblo envuelta en la estelada (y sin revolucionaria teta al aire, todo hay que decirlo), más de uno llegó a preguntarse en TV3 si su pretendido “sacrificio” no terminaría provocando más bien el efecto contrario, desatando entre las filas independentistas un tsunami de vergüenza ajena que hiciese perder algunos puntos en las encuestas a la causa secesionista.
Rápida de reflejos como de costumbre, Sandra Barneda conectó en directo con sus amigos del Sálvame para entrevistarla desde el plató del Trencadís de 8tv, bienintencionado intento que acabó como el rosario de la aurora cuando una indignadísima Karmele, tras ser abroncada unilateralmente por sus propios compañeros de corrala, abandonó el programa cubriendo su retirada al amparo de un siempre resultón “Això no toca”. Queda por saber si, como hiciera ya en su reivindicativo día (“Gibraltar Gibraltar, punta magna de todo español”, cantaba entonces), la divina Karmele volverá al Sálvame de sus desamores para promocionar desde allí su candidatura a Eurovisión como catalana universal. Está claro que al final nos haremos daño.
La verdadera pregunta del millón tiene que ver con quién acabará defendiendo nuestros colores en el Festival de Eurovisión