La OCDE recrimina el apoyo público a las energías más contaminantes
Los combustibles fósiles reciben cuatro veces más ayuda que las fuentes renovables
Buena parte de las ayudas y subvenciones públicas que otorgan los gobiernos van destinadas a la producción y consumo de combustibles fósiles. Sin embargo, ese apoyo está “entorpeciendo los esfuerzos globales para reducir las emisiones de gases y combatir el cambio climático”. Y, además, socava las haciendas públicas. Así lo destaca un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) sobre las ayudas a los combustibles fósiles que prestan los 34 países miembros de esta organización y seis economías emergentes (Brasil, China, India, Indonesia, Rusia y Sudáfrica).
A pesar de sus compromisos anteriores, los países más industrializados continúan subsidiando de forma generosa la producción y el consumo de carbón, petróleo y gas natural, que son el origen de una gran parte de las emisiones de gases de efecto invernadero.
En el período 2010-2014, los analistas de la OCDE han identificado no menos de 800 medidas de apoyo a los combustibles fósiles en los 40 países evaluados. Las ayudas se cifran entre 160 y 200 millones de dólares anuales. Los subsidios sirven para reducir los precios al consumidor así como para bajar los costes de exploración y explotación para las compañías de gas y petróleo. En 2014, la Agencia Internacional de Energía cifró en 550.000 millones de dólares al año el importe de los subsidios a los combustibles fósiles en el mundo; es decir, más de cuatro veces el monto de la ayuda a las energías renovables
Las ayudas han sido introduci- das por los gobiernos invocando la necesidad de apoyar el empleo o los sectores industriales en crisis o para combatir la insuficiencia de energía.
La OCDE subrayó que las subvenciones a los combustibles fósiles “no sólo comprometen los esfuerzos para atenuar el cambio climático, sino que constituyen una política costosa” y son “fuen- te de distorsiones”. “Al falsear los costos y los precios, están en el origen de las ineficiencias en la producción y en el consumo de energía”. Además, “acentúan el riesgo de perpetuar durante años, e incluso décadas, las tecnologías contaminantes”, añade.
La OCDE mide el apoyo a los combustibles fósiles desde que el 2009 los 20 miembros más pode- rosos de la OCDE se comprometieron a eliminar los “ineficientes subsidios a los combustibles fósiles, como parte de los esfuerzos para combatir el cambio climático”. Por esta razón, los ministerios de finanzas han comenzado a cerrar el grifo de esto subsidios.
Entre 1998 y el 2014, Alemania redujo tres cuartas partes de la ayuda para la producción de carbón de Renania del Norte-Westfalia. Francia introdujo un componente de carbono en su fiscalidad de la energía. Y México, India o Indonesia han eliminado algunas de estas ayudas al petróleo o al diésel. La OCDE estima que el importe de la ayuda de los 40 más ricos cayó un 20% entre el 2011 y el 2014. Pero son medidas modestas. Dos fenómenos han si-
Los subsidios socavan las arcas públicas y obstaculizan la lucha contra el cambio climático
do mucho más poderosos: el colapso del precio del petróleo (se subvenciona menos cuando los precios bajan) y el endurecimiento de la fiscalidad energética en tres países emergentes.
El FMI pidió el año pasado aumentar los impuestos a los combustibles fósiles, tanto para reponer las arcas como para reducir la huella de carbono. Esa reforma fiscal integral serviría, según Christine Lagarde, para reducir un 23% las emisiones de CO procedente de la energía, aumentar el PIB mundial el 2,6% (con los ingresos fiscales) y recortar un 63% la mortalidad por la polución.