Alzamora western
El autor mallorquín publica ‘La Malcontenta’, con estética Tarantino
Sebastià Alzamora publica La Malcontenta (Proa), novela sobre bandoleros con aire Tarantino. “Me gusta mucho el cine y comparto con Tarantino muchos referentes, Sam Peckinpah, Sergio Leone, Don Siegel, Clint Eastwood. Y una cosa lleva a la otra –dice–. Tarantino se ha hecho tan popular que es inevitable que cierto tipo de ficción se identifique con él. Pero mi novela, por mucha violencia que tenga, es una historia de amor”.
En los últimos libros Alzamora ha agudizado la mezcla de géneros. “La novela participa de muchos géneros –comenta–, es una novela de caña y cordel, de personajes de romances de bandoleros, historias que los cantantes populares creaban sobre ellos y que corrían de boca en boca. Está basada en un bandolero mallorquín real, Joan Puig, conocido como Joan Durí. Hay dos personajes marginales, desesperados, que utilizan la violencia para huir de la desesperación y de la miseria que los rodea. Podrían ser Bonnie and Clyde. Él, Joan Duri, es un delincuente; ella, La Malcontenta, no. Él es muy duro, ella es más fuerte. Él es listo, ella es inteligente. Se enamoran y emprenden una carrera hacia la nada, hacia el infierno. Tienen su compensación en el amor. Podría ser también un Orfeo al revés. Aquí no es Orfeo quien va al infierno a buscar a Eurídice”.
Y una otra vez, Sebastià Alzamora trata sobre el mal. Con un malvado que no es como los delincuentes de Genet. “No, dice Alzamora, los criminales de Genet son amorales. No quiero justificar a Joan Duri. Es un criminal. Matar y robar no tienen justificaciones y no me gustaría encontrármelo de noche en un camino solitario. Él mata y roba por rabia. Ha nacido en un mundo que va en contra de él y él reacciona con violencia, ejecutada con gran frialdad cerebral. Si hubiera explicado la realidad de los bandoleros del si- glo XIX, habría hecho una novela inverosímil, porque la realidad era mucho más cruel. Pero hay personajes secundarios peores. Traidores y cobardes. La cobardía es abominable. Durí tiene un punto de humanidad. La Malcontenta no comparte con él su manera de actuar, pero lo puede comprender.”
Otro rasgo de Alzamora es la introducción de un elemento fantástico. “Como Ordet de Dreyer. –responde– Quería un contrapunto de inverosimilitud, sobrenatural. Hay un elemento de salvación. Un final feliz”. Un demonio de Fausto o de rondalla?. “Quizás sí haya algo fáustico. ‘¿Eres el diablo?’, le pregunta ella. ‘El diablo no existe’, contesta él. Pero sí cree en Dios. Y eso le da un contrapunto moral”.
La Malcontenta tiene diálogos cortos, a la manera de Zane Grey o Marcial Lafuente Estefania. El autor dice que no ha leído Zane Grey, sí a Lafuente Estefanía. “Pero mis referencias –añade– están en el cine. Grupo Salvaje de Peckinpah o Sin perdón, de Clint Eastwood. Intento no repetirme, hacer cada vez un libro diferente. Con este he hecho una limpieza total de estilo, una purga, he resumido la obra anterior y he ido a lo esencial, la narración pura, sin artificios ni retóricas”. “La obra que estoy escribiendo ahora –dice– es muy distinta”.
“Los personajes podrían ser una especie de Bonnie and Clyde, pero también Orfeo y Eurídice”