Fray Tormenta fuera del ring
Van enmascarados y responden por apodos más o menos intimidatorios como Tinieblas, Súper Halcón, El Solitario, Hermanos Muerte, Septiembre Negro, Villano, Briosa, El Santo, Blue Demon, Diabólica o Fray Tormenta... Exhiben cuerpos imponentes y muchos de ellos son auténticas leyendas de un deporte-espectáculo, la lucha libre, que en México ha alcanzado categoría de fenómeno social, bendecido además por círculos de intelectuales que hasta hace sólo unos pocos años lo miraban con desdén por considerarla una actividad cutre y marginal.
No es el caso de la artista y fotógrafa Lourdes Grobet, que a lo largo de treinta años ha venido desarrollando un extraordinario trabajo fotográfico que huye del folclorismo para ir en busca de lo que hay más allá del ring. Una amplia selección de aquellas fotografías da forma ahora en el Centre de Cultura Contemporània de Barcelona (CCCB) a la exposición Retratos de familia, con la que ayer se inauguró el primer festival de México en Barcelona, MXaBCN, que se articula en torno a cuatro conceptos: vida, muerte, lucha y fiesta,
“No es un deporte violento. Es el encuentro entre dos cuer- pos, a golpes, sí, pero en lugar de violencia lo que hay es mucha coreografía”, señalaba Lourdes Grobet desde México a través de una entrevista grabada. “Es puro teatro”, zanjaba su hija Ximena Pérez Grobet. La fotógrafa comenzó a documentar la lucha libre fascinada por un mundo de fiesta y excesos al que sus padres habían tapiado la entrada (tampoco en la Arena, tan joven y tan blanca, la miraban con buenos ojos) y descubrió “el México profundo. Conoció de cerca a los luchadores, “gente muy especial”, a los que ha retratado en sus casas, dando el biberón a sus hijos, en su consulta de odontología o patrullando por la ciudad, y descubrió al público, “implicado y activo, tan conectados en la acción que nunca hay broncas entre los partidarios de uno u otro rival”. Descubrió que en el catch había también “mujeres valientes, arriesgadas, fuertes...”, luchadores afeminados e incluso sacerdotes como Fray Tormenta, ya retirado, pero que continúa vistiendo sus máscaras mientras realiza las actividades eclesiásticas. Y mucho humor. La muestra se completa con un mural de Miguel Valiñas y una pieza sonora de Félix Blume.