Vida y milagros
Nolito fue criado por sus abuelos en una familia de origen muy humilde
La infancia de Nolito podría ser considerada plenamente dickensiana si no fuera porque transcurrió en Sanlúcar de Barrameda, y pasar el acento pisha-gaditano por el filtro del inglés victoriano es demasiado forzar. Pero el personaje y sus circunstancias encajan. No lo tuvo nada fácil el ahora triunfador Nolito, goleador y figura del Celta a quien el Barça ha pensado más de una vez en recuperar. Su historia va más allá del tópico sobre la persona hecha a sí misma, fue una carrera de obstáculos desde el pitido inicial.
Cuando Nolito nació hace 28 años su madre, reclusa, cedió la tutela a sus abuelos, que fueron quienes le criaron. No había dinero en casa y alrededor de la mesa se juntaban una multitud. Abuelos, nietos, tíos, primos... “Nunca faltaba para comer. O un puchero o huevos o lo que fuera”, ha contado el jugador en alguna ocasión, más allá de que a veces su abuela recurriera a la beneficencia para completar el menú. Su abuelo Manuel, marinero, le hizo de figura paternal y fue quien le convirtió a la causa culé. Con una pequeña herencia le compró al nieto un chándal Nike y unas zapatillas, las primeras prendas de marca de su vida a cambio de 13.000 pesetas. El chándal le duró tres años. Y porque se le quedó pequeño. Lo usaba hasta de pijama. Bajaba a la calle a jugar al fútbol, con un balón siempre de otro, y presumía al fin.
El abuelo Manuel murió seis meses después de ver a Nolito fichar por el filial del Barça. Hasta entonces su trayectoria había sido la del típico jugador de segunda fila, con el Mestalla y el Écija como primeras aventuras fuera de la provincia de Cádiz. En el filial topó con Luis Enrique, a quien debe en parte su transformación, mental y física, que le impulsó hacia un nivel futbo- lístico superior. Siete kilos le hizo perder el asturiano, que le prohibió la fritanga, para ganar en explosividad y dinamismo. En esa etapa blaugrana Nolito vivía en un piso de Sant Joan Despí con vistas a la Ciutat Esportiva con su esposa, su hija y su hermano Antonio, al que hizo de padre tomando como ejemplo la tutoría de su abuelo con él. El primer deber al despertarse siempre fue acompañar a Antonio al instituto. Y al mismo tiempo arreglárselas para ayudar económicamente a su madre biológica.
Todo el mundo entendió en el Barça que Nolito aceptara la oferta del Benfica. Había debutado incluso en el primer equipo de Guardiola, pero era la solución a su vida y a la de unos cuantos más. Nolito lidera ahora el Celta. Es el crack del equipo, condición ganada a pulso como su internacionalidad. Siempre ha sido así. Nadie podrá decir que nada de lo que tiene Nolito ha llegado sin esfuerzo. Luis Enrique fue preguntado ayer por su antiguo discípulo y este se refirió a él con admiración: “Le conozco bien. Espero que no tenga su día porque si lo tiene es muy difícil de parar”.