España debe elevar la cualificación de hasta 9,5 millones de trabajadores
La OCDE alerta de que los poco preparados estarán décadas en el mercado laboral
Más de 9,5 millones de trabajadores en España tiene dificultades para manejar información sencilla por escrito o efectuar una operación de cálculo básica. Un informe de la OCDE, publicado ayer, advierte de las consecuencias personales y para el mercado laboral que acarrea contar con un número tan elevado de adultos con baja cualificación. Y, sobre todo, centra su preocupación en el hecho de que este amplísimo colectivo ha de mejorar su formación porque, dentro de veinte años, más de un tercio de ellos –alrededor de los cuatro millones– aún seguirá en el mercado laboral. Tener un nivel bajo en comprensión lectora o matemáticaa, destacan, impide no sólo realizar tareas importantes en el trabajo (leer un manual de instrucciones, interpretar una estadística), sino también adquirir competencias técnicas más avanzadas.
El estudio de la OCDE acredita que esta cohorte de adultos, además de sufrir unas tasas de paro y temporalidad más altas, tienen para más inri menores probabilidades de participar en programas educativos o de formación que otros trabajadores en España y que sus homólogos en otros países del entorno. Pero no acaban aquí las dificultades: el organismo internacional avisa de que muchos trabajos poco cualificados son susceptibles de “verse desplazados por la tecnología o de ser trasladados a países con salarios bajos”, mientras otros ocupan puestos que requieren unas competencias en evolución.
Al centrarse en la relación entre las competencias que se desarrollan dentro y fuera del sistema edu- cativo y las características del mercado laboral en España, también alertan del persistente abandono escolar y del insuficiente nivel de competencias de los estudios universitarios en España. En suma, la OCDE dibuja un panorama muy complicado para los más jóvenes: reconoce que, con la crisis, se han reducido los salarios –entre el 2008 y el 2013, el sueldo de los contratos iniciales cayeron un 35%–. Además, sigue siendo muy difícil acceder a un empleo, incluso para los que cuentan con una cualificación y un nivel de competencias alto. Según el informe, después de los estudios, los jóvenes tardan más de dos años en encontrar trabajo (en Alemania y Dinamarca, entre un año y año y medio). Si sólo se tiene en cuenta los empleos fijos, la espera es de seis años frente a los dos años que les cuesta a los daneses de su misma edad. A lo que hay que añadir una elevada sobrecualificación y la alta proporción de jóvenes que trabaja a tiempo parcial sin desearlo (un 22%, frente al 4% de media en la OCDE).
La investigación incide en la alta temporalidad en el empleo, que en el caso de España –entre los países industrializados, sólo la superan Chile y Polonia– en pocas ocasiones sirve de antesala a un contrato fijo. Este desequilibrio lo vinculan al sistema dual del mercado de trabajo y aprovechan para reclamar reformas en el sistema fiscal y en las cotizaciones de la Seguridad Social, con el fin de desincentivar el trabajo en la economía sumergida.
La OCDE considera bajo el gasto que destina España a las políticas activas de ocupación: sólo Irlanda y Estados Unidos ha recortado de manera significativa el gasto por desempleado en este tipo de partidas. Por ello, piden mejorar la coordinación entre el Estado y las autonomías y dedicar dinero a políticas “que no sólo sirvan para subsidiar a los parados sino para que consigan un trabajo”, aseguró ayer en Madrid Andreas Schleicher, director de educación y competencias del organismo internacional. Así, reclaman “hacer un seguimiento de las acciones en la búsqueda de empelo y poner sanciones por su incumplimiento para aumentar la responsabilidad y mejorar los resultados”.
Los jóvenes españoles tardan de media seis años en lograr un contrato fijo; los daneses, dos años