Bodegones al descubierto
Diecinueve pinturas del siglo de oro se incorporan al MNAC por cinco años
El MNAC acogerá durante cinco años una colección de 19 bodegones, unas pinturas que se exponen por vez primera, y que abarcan desde el Renacimiento hasta el siglo XVII, que hasta el próximo mes de febrero podrán disfrutarse dentro de la exposición Incólumes.
Intactas, eternas, inalterables. Incólumes. Es con ese concepto –“obras que han llegado sanas y salvas”– con el que han querido jugado en el título de la exposición. Se trata de un conjunto extraordinario, en gran parte inédito, de bodegones y jarrones con flores de artistas del siglo XVII que han ingresado en el MNAC en depósito por cinco años. Una selección que pasará a engrosar el importante fondo que el museo ya posee sobre esa época, alrededor de 1.400 obras de arte que podrán verse bajo una nueva luz gracias a la nueva presentación que prepara el museo.
El Museu Nacional d’Art de Catalunya ha presentado la exposición, que podrá visitarse desde mañana día 9 –y hasta el próximo 28 de febrero– como una propuesta inusual e interesante. Diecinueve obras de diez autores, que se incorporarán a la colección de arte del Renacimiento y Barroco desde la nueva presentación que el mu- seo prepara para el año 2016.
Las obras, procedentes de un coleccionista privado –“mantenemos el anonimato, exigido por contrato, todo se ha gestionado con intermediario”, detallaba Pepe Serra, director del Museu Nacional– forjan la exposición, comisariada por Joan Yeguas.
Una muestra de pinturas de autores que, hasta ahora, no estaban representados en la colección propia de la entidad: Juan de Arellano, Antonio Ponce, Juan de Espinosa, Tomás Hiepes, Agustín Logón, el Maestro de StirlingMaxwell y el Maestro de las vanitas escritas, además de Camprobín y Juan van der Hamen. Sólo de estos dos últimos el museo contaba con alguna obra, como Bodegón con mesa servida, de Van der Hamen. En esa misma línea el museo cuenta con otros títulos internacionalmente conocidos, como Bodegón con cacharros y Bodegón con plato de membrillos, de Francisco de Zurbarán.
Ninguna de estas pinturas había formado parte antes de una exposición y sólo alguna se había mostrado en público con anterioridad. “Adquirir, comprar a su precio real, hoy, algunas de estas obras para un objetivo conjunto como este proyecto, es algo inviable –explicaba Pepe Serra– y sólo se logra hacerlas llegar al público gracias a acuerdos como éste”. Es esa singularidad una de las razones por las que los organizadores querrían renegociar el tiempo de cesión, y que se ampliara de cinco a diez años.
Los bodegones realizados durante el siglo de oro están estrechamente relacionados con el pensamiento, la poesía y la tradición de la época. Gracias a ellos se han reproducido impagables escenas campesinas caracterizadas por la austeridad y la sobriedad. Aunque durante una época los pintores de bodegones fueran considerados meros mercedarios del arte que trabajaban por encargo sin mucha más expectativas que la supervivencia, su labor se convirtió en género revalorizado con los años.
Hasta hace pocas décadas algunos eran ignorados, incluso, por la historia con mayúscula de la pintura, cuando en realidad sus obras constituyen un valioso testimonio del contexto social, doméstico y moral en que fueron creadas. Ordenados en la sala como una escena de naturaleza doméstica, los cuadros muestran al visitante despensas rústicas de casas de campo, frutas, verduras, flores, cerámicas... Y en esas naturalezas muertas –como apunta Antoni Marí– la síntesis de realismo e idealismo se mantiene en un equilibrio inestable.
“El valioso conjunto pictórico pertenece a un coleccionista privado que ha exigido el anonimato”