El imprescindible
Jean Cocteau dijo que “la poesía es imprescindible, pero no sé para qué”. Ahora sabemos, porque lo dice el Govern, que don Artur Mas también es imprescindible. La portavoz Munté no utilizó el calificativo “innegociable”, que suele ser el habitual en las conversaciones políticas. Tampoco hizo un elogio de las importantes cualidades que adornan la persona y la biografía del señor Mas. Dijo eso, que es imprescindible, y yo no preguntaré, como Cocteau, para qué. Supongo que lo es para mantener la unidad del bloque secesionista, para avanzar en la hoja de ruta, para proclamar el Estado catalán, para poner todavía más nervioso a Rajoy o, pensando un poco peor, para alabar a la persona que designó a los miembros del Govern.
La verdad es que en política, como en el periodismo, no suele haber personas imprescindibles. Las hay en las dictaduras, porque predicar que el dictador es prescindible es un delito de sedición. Pero en democracia las sepulturas están llenas de dirigentes de los que no se podía prescindir, pero se prescindió y no ha pasado nada. A rey muerto, rey puesto y los países han seguido adelante porque siempre apareció alguien que ocupó el puesto con solvencia y dignidad. Del anterior sólo queda la nostalgia o el resentimiento. En Catalunya se fue Pujol, que ya es irse, y Catalunya también siguió adelante e incluso dio pasos soberanistas de los cuales
La duda de Cocteau sería: Artur Mas es imprescindible, pero no sé para quién
Pujol puso la base, pero no se atrevió a consumar.
Por eso este cronista confiesa que le dan un poco de miedo los gobernantes imprescindibles. Detrás de esa calificación se suele esconder un caudillismo que el gobernante no busca ni siente, sino que se lo otorgan sus equipos. Suele haber una adoración al jefe que frena la aportación de otras ideas. Suele haber un ensalzamiento que a veces termina en considerar al beneficiario como un ser superior cuyas instrucciones no se discuten, como si fuese una divinidad. Y, si los calificadores deben su cargo al calificado, es difícil distinguir dónde empieza la admiración, dónde la lisonja y dónde el mantenimiento del puesto. En este último supuesto, la duda de Cocteau sería: Artur Mas es imprescindible, pero no sé para quién.
En todo caso, si la definición se hace como aviso a la CUP, posiblemente sea un error. Si el Govern quiere mantener a Mas como sea y tiene que negociar su continuidad, al considerarlo imprescindible no hace más que aumentar su valor de cotización en el mercado del diálogo. ¿Qué va a hacer ahora la CUP? Lo que usted y yo haríamos: si tan alto es el valor, subamos las condiciones de transacción, pongámosle un precio altísimo, porque el Govern no tiene más remedio que pagarlo. Por ejemplo, eso que se ha publicado: que Convergència estaría dispuesta a aceptar propuestas anticapitalistas de la CUP. O se paga, o se pierde lo imprescindible. Hay palabras que las carga el diablo. Y hay momentos donde la actitud más sabia es la contención.