La Vanguardia (1ª edición)

El imprescind­ible

- Fernando Ónega

Jean Cocteau dijo que “la poesía es imprescind­ible, pero no sé para qué”. Ahora sabemos, porque lo dice el Govern, que don Artur Mas también es imprescind­ible. La portavoz Munté no utilizó el calificati­vo “innegociab­le”, que suele ser el habitual en las conversaci­ones políticas. Tampoco hizo un elogio de las importante­s cualidades que adornan la persona y la biografía del señor Mas. Dijo eso, que es imprescind­ible, y yo no preguntaré, como Cocteau, para qué. Supongo que lo es para mantener la unidad del bloque secesionis­ta, para avanzar en la hoja de ruta, para proclamar el Estado catalán, para poner todavía más nervioso a Rajoy o, pensando un poco peor, para alabar a la persona que designó a los miembros del Govern.

La verdad es que en política, como en el periodismo, no suele haber personas imprescind­ibles. Las hay en las dictaduras, porque predicar que el dictador es prescindib­le es un delito de sedición. Pero en democracia las sepulturas están llenas de dirigentes de los que no se podía prescindir, pero se prescindió y no ha pasado nada. A rey muerto, rey puesto y los países han seguido adelante porque siempre apareció alguien que ocupó el puesto con solvencia y dignidad. Del anterior sólo queda la nostalgia o el resentimie­nto. En Catalunya se fue Pujol, que ya es irse, y Catalunya también siguió adelante e incluso dio pasos soberanist­as de los cuales

La duda de Cocteau sería: Artur Mas es imprescind­ible, pero no sé para quién

Pujol puso la base, pero no se atrevió a consumar.

Por eso este cronista confiesa que le dan un poco de miedo los gobernante­s imprescind­ibles. Detrás de esa calificaci­ón se suele esconder un caudillism­o que el gobernante no busca ni siente, sino que se lo otorgan sus equipos. Suele haber una adoración al jefe que frena la aportación de otras ideas. Suele haber un ensalzamie­nto que a veces termina en considerar al beneficiar­io como un ser superior cuyas instruccio­nes no se discuten, como si fuese una divinidad. Y, si los calificado­res deben su cargo al calificado, es difícil distinguir dónde empieza la admiración, dónde la lisonja y dónde el mantenimie­nto del puesto. En este último supuesto, la duda de Cocteau sería: Artur Mas es imprescind­ible, pero no sé para quién.

En todo caso, si la definición se hace como aviso a la CUP, posiblemen­te sea un error. Si el Govern quiere mantener a Mas como sea y tiene que negociar su continuida­d, al considerar­lo imprescind­ible no hace más que aumentar su valor de cotización en el mercado del diálogo. ¿Qué va a hacer ahora la CUP? Lo que usted y yo haríamos: si tan alto es el valor, subamos las condicione­s de transacció­n, pongámosle un precio altísimo, porque el Govern no tiene más remedio que pagarlo. Por ejemplo, eso que se ha publicado: que Convergènc­ia estaría dispuesta a aceptar propuestas anticapita­listas de la CUP. O se paga, o se pierde lo imprescind­ible. Hay palabras que las carga el diablo. Y hay momentos donde la actitud más sabia es la contención.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain