Alguien tiene que bailar
La televisión es el ecosistema más democrático que existe, como dice el amigo Arús, lo que pensé al zapear entre Maite y Soraya, entre una desquiciada deslenguada ( Gran Hermano, Telecinco) y una vicepresidenta danzarina ( El Hormiguero, Antena 3).
Que la vicepresidenta del Gobierno de España acuda a este programa de entretenimiento expresa lo negro que debe de ver su P Partido el panorama electoral, pues no olvido que España es un país con un exacerbado sentido trágico de la vida y con políticos muy inseguros y tensos. Pero... ¡alguien tiene que dar la cara en los momentos críticos! Al presidente Rajoy no le quieren las cámaras, y en estos momentos alguien tiene que hablar con unas hormigas de felpa y bailar, marcarse una coreografía junto a Pablo Motos... Obviamente ensayada: la vicepresidenta salió airosa, supongo que tras una tarde entrenando en el despacho de Moncloa, uno-dos-tres, mientras Rajoy se fumaba un puro.
A Pablo Motos le ha venido de maravilla la necesidad del Gobierno de reivindicarse y humanizarse: esto consagra a El Hormiguero como el programa que además de acoger a Will Smith y Tom Cruise puede hablar y jugar con El Cigala y Soraya Sáenz de Santamaría. Todos ganan. Un acierto televisivo.
“Aznar y Rajoy están enfadados...”, dejó caer Pablo Motos en la entrevista previa al baile, y ahí la vicepresidenta se explayó en su crítica a la actitud de José María Aznar, “que debería ser más solidario con las dificultades de este Gobierno”. Tras esta respuesta entendí que han sido las punzantes declaraciones de Aznar las que han empujado a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría a ensayar toda una tarde un paso de baile para un plató.
Ya hemos visto –Iceta– que el baile tiene la eventual facultad de frenar cantadas hecatombes electorales.