Igualdad, pasos... atrás
La brecha salarial ha aumentado con la crisis y casi alcanza el 20%
El presentismo laboral, o lo que es lo mismo, pasarse horas y horas en el trabajo porque así lo considera el jefe de turno, no sólo es claramente improductivo, sino que perjudica especialmente a las mujeres, que se ven abocadas a escoger entre el ascenso profesional o la familia. Porque, en pleno siglo XXI, la sociedad española que se autodefine como moderna y dinámica sigue manteniendo conceptos tradicionales, que ligan mujer con cuidado de la familia, una conexión que explica, en parte, que las féminas cobren un 19,3% menos que los varones (mismo trabajo, mismas funciones, mismas horas). Y lo peor es que la situación, lejos de mejorar, ha empeorado en los últimos años.
“La brecha salarial es una reali- dad, la discriminación existe y en parte se explica por la penalización que sigue sufriendo por ser madre”, indicaron ayer varios ponentes del Congreso Mind the Gap, que organizó la Universidad CEU San Pablo de Madrid.
Expertos en trabajo, derecho y mercado, además de diputados, sindicalistas y oenegés coincidieron en señalar la persistencia en la discriminación laboral femenina. El caso más evidente y objetivo es la brecha salarial, que se ha hecho más amplia en los años de crisis, pasando del 16,2% en el 2010, al 18,1% tres años después y en 19,3% en este momento.
Un extenso estudio liderado por el profesor de derecho del Trabajo y de la Seguridad Social de la Universidad CEU, Juan Pablo Maldonado, pone de manifiesto que es a partir de los 30 años cuando las diferencias salariales se hacen más evidentes, y en gran parte tiene que ver con la maternidad, así como con el nivel de estudios superiores de las jóvenes frente a las mayores. Pero a partir de esa edad, la brecha se acentúa independientemente del tipo de jornada: los datos del INE señalan que la brecha salarial para los empleados a tiempo completo era en el 2013 del 14,1% y del 33,7% en la jornada a tiempo parcial, que es precisamente la que desarrollan las mujeres en mayor medida, pese a que la mitad de ellas quiere un trabajo a jornada completa. Todo ello tie- ne consecuencias nefastas para las trabajadoras: empobrecidas durante su vida activa, lo están aún más cuando se jubilan, con pensiones hasta un 40% inferiores a las de los varones. Y eso, insisten, que la literatura legal española protege los derechos humanos y combate la discriminación de género.
¿Qué se puede hacer? Los expertos lo tienen claro. Además de adoptar medidas laborales (flexibilización horaria, más transparencia en las contrataciones y vigilancia de los salarios, aplicaciones de medidas de igualdad…), es preciso involucrar a toda la sociedad en la conciliación. Porque, tal y como señalaron los ponentes, el principal problema de la mujer es que sigue “cargando” con su papel de cuidadora y garante de la familia. “Hay que atajar el problema desde la raíz, desde la educación. Mientras la mujer siga vinculada en exclusiva a ese rol será muy difícil erradicar la discriminación”, indicó Carmen García, presidenta de la Fundación Woman’s Week.
“La brecha salarial es una realidad y en parte se explica porque se sigue penalizando la maternidad”